20- Edrick

1K 84 31
                                    

Desperté con los brazos de Ada sobre mi pecho y su cabeza hundida en mi cuello. Su respiración tranquila golpeaba mi piel provocándome una agradable y cosquilleante sensación.

Aparté el pelo de su cara. No me provocaba ningún tipo de descarga electrizante ni nada, era solo sexo con algo así como una amiga que estaba buenísima.

La aparté y me levanté de la cama para vestirme. El pelo aún me olía a cerveza incluso después de dos duchas.

Cogí el móvil y tenía muchos mensajes. Ver el nombre de Louise entre ellos me provocó una casi pérdida de control.

Louise: ¿Qué diablos has hecho, hijo?

Louise: Como hayas tenido algo que ver con esto te desheredo.

Me pasó un enlace.

Louise: ¿Por eso te has ido de casa y te hayas llevado tus cosas? ¿Ahora eres un fugitivo?

Pinché en el enlace y en mi teléfono apareció un canal informativo.

Una reportera hablando sobre la fuga de Kol y poniéndonos a Rose, a mí y a La Medusa en el punto de mira. Estampé el móvil contra la pared provocando que quedase totalmente irreconocible y despertando a Ada. Los pequeños cristales del aparato se esparcieron por el suelo.

Tenía que tranquilizarme. Sabía que vendrían a mí para inculparme pero no sabía cómo habían descubierto que también las chicas estaban involucradas.

¿Las habrían reconocido quizás?

—¿Qué coño haces? —se revolvió entre las sábanas ronroneando.

—Vístete y baja al salón en quince minutos, habrá un reportaje del que hablarán sobre nosotros y Kol.

—¿Cómo? ¿Nosotros? —se levantó de golpe tapándose con las sábanas—. No había nadie a esas horas por la calle, las cámaras estaban apagadas y las matrículas tapadas, por no hablar de los coches quemados.

—Eso es lo que no sé, Ada —gruñí y salí dando un portazo.

Desperté a Tathia y Less ya estaba abajo, por lo que Kol que dormía en el sofá también estaría despierto.

Me encaminé al dormitorio de Agnes y abrí la puerta de golpe. Mi cuerpo se tensó inconscientemente al verla entre las sábanas con Kol. Y la ropa por el suelo.

—Edrick, ¿qué haces? ¿No sabes llamar? —exclamó Kol tendiéndole la sábana a Agnes para que se cubriese, pero esta no hizo el esfuerzo de taparse. Tampoco era algo que no hubiese visto.

Presencié cómo la ira iba creciendo en mí, pero hice acopio de todo el autocontrol que no tenía y me callé. Lo importante ahora no era que ella hubiese tenido el descaro de acostarse con mi primo, era que estábamos en el punto de mira.

Desvié la mirada para no seguir observando su perfecto cuerpo y respiré hondo. El corazón se me iba a salir del pecho.

En este punto, no sabía qué me cabreaba más, si el hecho de ser sospechosos o de verla con Kol entre las sábanas.

Respiré hondo, no éramos nada y al igual que yo, ella podía acostarse con quien quisiera.

Tampoco me importaba. O al menos, no debía hacerlo...

—Sal de aquí, gilipollas —su voz de recién levantada era lo mejor que había escuchado en años. Me quedé pasmado.

Sacudí la cabeza y dejé de mirar su figura desnuda.

—En diez minutos tenéis que estar abajo. La policía sospecha de nosotros —sus caras cambiaron de molestas a asombradas.

Cerré la puerta cuando salí y bajé las escaleras dando fuertes pasos. En un par de minutos estaban todos abajo, impacientes y nerviosos, y, vestidos.

Venenosa Tentación©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora