5- Edrick

1.7K 121 16
                                    

La puta niñata se fue después de pegarme un puñetazo.

Sentí una gran ira en forma de pinchazos por todo el cuerpo. Apreté los puños a la vez que tensaba todo mi cuerpo.

¿Quién coño se creía la hija de puta esta?

La reina de Slum Killer... La llevaba clara. Golpeé en la entrepierna al intento de violador, que acababa de levantarse.

—Como tengas el valor de volver a tocar a alguien así, la cara no va a ser lo único que te parta —estaba tirado en el suelo de nuevo, mientras la gente de la fiesta había salido y se amontaba a ver el espectáculo.

Le pegué una última patada en el costado con toda mi fuerza y escuché cómo gritaba del dolor.

Alisé mi chaqueta, ajusté la corbata, metí las manos en los bolsillos de los elegantes pantalones y caminé con la cabeza alta y la mirada llena de peligro abriéndome paso entre la gente.

Entré dentro listo para quitarme esta mierda de traje e irme por ahí a tomarme cualquier cosa que me colocase lo suficiente como para olvidarme de mis padres, del gilipollas y de la niñata que habían puesto todo mi autocontrol bocabajo.

Subí las escaleras rápidamente con la mandíbula totalmente tensa y llegando a mi dormitorio escuché ruido en el despacho de mis padres.

Paul estaba con la camisa teñida de sangre desabrochada, Louise le estaba curando una herida en el abdomen.

Una eme.

—Tú, tú has traído a esa chica aquí —él apartó a Louise de un ligero empujón y se acercó con autoridad. Como si un viejo cabrón fuese a intimidar a alguien como yo.

Un ex-convicto con agresividad diagnosticada, drogadicto y con una falta de autocontrol enorme.

—A mí no me metas en tus mierdas. Si sabéis lo peligrosa que supuestamente es, ¿por qué coño la intentáis matar? —esbocé una sonrisa ladina, provocando su rabia.

Agnes no parecía ser de esas que hablaban mucho pero hacían poco. Agnes parecía ser pura dinamita dispuesta a explotar en cualquier lado.

Puro veneno.

Era una niñata arrogante que estaba tremendamente buena.

Cuando tuve su cuerpo pegado al mío, con ese escote en uve, tan profundo, y con las manos a punto de agarrar su culo, sentí una chispa en todo mi cuerpo que ansiaba llevarla a mi cama. Si no fuera por lo mal que me caía, ya lo hubiese hecho.

—Eres un asco de hijo, un horror para la familia. Una deshonra —hablaba cerca de mí, creyéndose un macho alfa, intentando demostrar autoridad. Miré hacia el techo en busca de calma—. Ojalá nunca te hubiéramos tenido.

Mis manos comenzaron a cosquillear, obligándome a dejar la calma a un lado y centrándose en la necesidad de apaciguar toda la rabia que sus palabras me causaban.

Le pegué un empujón con toda mi fuerza haciendo que se estampase contra la pared con brutalidad, levanté mi brazo dispuesto a pegarle tal puñetazo que se le saltasen al menos un par de dientes.

—Si le pegas te volvemos a meter en la cárcel —dijo Louise con voz firme. Paré en seco. Si volvía allí nunca podría sacar a Kol.

Dejé de hacer presión sobre su pecho y bajé el puño.

—¡Yo también desearía no haber nacido para ser hijo de alguien como vosotros! Sois un asco y os prometo que tendréis lo que os merecéis —pegué una patada al escritorio y después golpeé una caja con papeles que había encima, haciendo que se volcase y cayese, desparramándolo todo por toda la sala.

Venenosa Tentación©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora