27- Agnes

961 66 13
                                    

Perfume masculino fue lo primero que mis sentidos percibieron al despertar.

Entreabrí los ojos sintiendo que la poca luz que entraba por la ventana eran agujas clavándose en mis ojos repetidas veces.

Tenía una mano acariciando un cuello y otra acariciando unos pectorales. La cabeza me iba a estallar.

Terminé de abrir los ojos completamente y me percaté de que el cuerpo al que estaba abrazada era nada más y nada menos que el de Edrick Walker.

Me levanté rápidamente asustada por lo que pudo pasar anoche. Yo estaba con una ropa que no era mía y él no llevaba camiseta. No recordaba nada.

Edrick comenzó a gruñir y moverse, para finalmente, reincorporarse con los ojos entrecerrados.

Por unos segundos me quedé atontada, mirándolo como si fuese algún tipo de dios. La cicatriz que le surcaba el pecho le daba un toque agresivo que lo volvía irresistible, acompañado de los tatuajes de toda su espalda y el brazo izquierdo. Me podría tirar todo el día mirando su cuerpo, pero eso no era algo que Agnes Smith fuera a hacer por un tío, así que me levanté de la cama mientras un gran dolor me golpeaba la cabeza.

—Dime que no hicimos nada —espeté enfadada retrocediendo. Miré la camiseta larga que llevaba puesta, era de Kol.

Estaba aturdida y no conseguía recordar nada de lo que pasó anoche, y eso me enfadaba. Me enfadaba no acordarme de que tal vez hice algo que llevaba deseando desde bastante tiempo pero que no era lo debido.

—No recuerdas nada —asumió, pero hablándose más a él que a mí. Una punzada me atravesó el pecho. Ada...

—Edrick, dime que no hemos hecho nada —negó con la cabeza y me sentí algo más tranquila.

—Yo nunca abusaría de ti porque estuvieses en un estado lamentable —sentenció. Lo miré extrañada.

Poco a poco mi mente invocó ciertos recuerdos de anoche. Imágenes que me abofeteaban como flashes.

Me drogaron, me desnudaron y quisieron violarme, para después quitarme la vida.

Me apoyé en la mesita, sintiéndome desestabilizada. Me dieron arcadas al recordar cómo me tocaba y cómo fui débil, sin poder defenderme.

Edrick me agarró cuando estuve a punto de caer y me apegó a él mirándome a los ojos de una forma en la que parecía querer desnudar mi vacío corazón.

La sangre fluía con más rapidez por mi cuerpo al sentir su contacto y su torso tan pegado a mí. Esa manera de mirarme que me hacía sentir que solo estábamos él y yo en el mundo, y que era la única mujer que se merecía ser venerada por sus verdes ojos.

Tardé segundos en volver a la realidad y a sentirme estancada.

Aún no me creía que había estado a punto de morir de esa forma tan repugnante.

—Suéltame —gruñí, pero no me salía la fachada de mala, sino que me salió voz de chica rota y destrozada, lo que realmente era en este momento.

Poco a poco él también fue volviendo a este planeta y me apartó lentamente.

—Deberías beber agua, tienes un aspecto de mierda —ambos volvimos a la realidad en la que nos tratábamos mal—. Tal vez no sea el mejor para darte este consejo, pero no deberías tratar de esa forma al que te salvó la vida y te ha estado cuidando toda la noche.

—No te pedí que lo hicieras.

Me miró por última vez y salió de la habitación cerrando la puerta de mala manera. Me eché a la cama haciéndome un ovillo, odiándome por haber sido vulnerable.

Venenosa Tentación©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora