44- Tathia

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El impacto de la bala contra Ada era lo único que tenía mi atención en este momento.

Ni siquiera me fijé en por qué las personas que me retenían habían dejado de hacerlo.

Había un charco de sangre alrededor de la cabeza de mi novia y mi corazón había dejado de latir.

Todo se había convertido en un sonsonete sin importancia. Disparos, gritos de auxilio y de piedad, todo eso había pasado a un segundo plano.

Caí de rodillas junto al cuerpo de Ada, en shock.

Se había interpuesto entre la bala y yo y por ese jodido complejo de mártir había muerto.

No, no me lo creía. No podía estar muerta porque entonces sí que no me quedarían motivos para vivir.

—¡Tathia! —me llamaba una chica, pero yo tenía la vista clavada en la castaña de ojos grises que estaba tendida en el suelo.

Una voz interior me gritaba e insistía en que reaccionase, pero es que no podía.

Agarré su cabeza cogiéndola entre mis manos, tiñéndolas del líquido carmesí que brotaba de su frente.

—¡Tathia! —esta vez era una voz masculina la que me llamaba—. ¡Reacciona, joder!

Me sacudieron los hombros y por fin algo dentro de mí despertó y me obligó a reaccionar.

Había cuatro hombres tirados en el suelo, muertos, agujerados y manchados de sangre.

Eran Tom y Hope los que me gritaban de forma desesperada que reaccionase.

—Tiene pulso —intervino Hope apartándome—. Tenemos que llevarla a un hospital antes de que pierda más sangre.

Sin tardar más, Tom la cargó en brazos y la llevó hasta un coche que estaba aparcado delante de nosotros.

Todos nos subimos al coche agitados y poco a poco el impacto fue golpeándome más y más.

Estaba viva, por suerte, pero si no hubiese sido tan gilipollas de interponerse entre la jodida bala y yo, yo estaría muerta y ella estaría bien.

La sangre comenzó a viajar por mis venas con mayor fluidez y el desespero aumentó al ver que todavía no llegábamos a un jodido hospital.

—¡Acelera, joder! —grité, mi hermano al volante era un incompetente como en todos los sentidos.

Perdí a mi madre, perdí a Less, a mi padre nunca lo tuve y a mi verdadero hermano también lo perdí.

—Tranquilízate, Tathia —me pidió Tom, y solo esas palabras bastaron para enfurecerme aún más.

—¿Cómo se te ocurre decirle eso, Tom? —renegó Hope dándole un toque en el hombro—. ¿Tú lo harías si fuese yo?

Siempre me había gustado eso de ella, me entendía como nadie y su fuerte carácter la hacía ser dominante en cualquier situación. Una réplica de Agnes.

—N-no lo sé, ¿vale? Yo también estoy nervioso, la última vez que estaba en esta situación acabamos... —tragó saliva y calló cuando vio el hospital aparecer delante de sus ojos.

—¡Aparca de una jodida vez! ¿No te das cuenta de que mi novia está muriéndose? —grité con los puños apretados, no soportaría perderla.

Un vacío enorme fue extendiéndose desde el centro de mi pecho a todas mis extremidades cada vez que recreaba en mi cabeza la escena.

¡Joder! ¿Por qué coño tenía que haberse metido? ¡La puta bala iba para mí, yo tenía que estar así!

En cuanto bajamos del coche Hope atrajo la atención de unos enfermeros que fumaban en la entrada, que vinieron corriendo y subieron a Ada en una camilla.

Venenosa Tentación©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora