Capítulo 30

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- ¿Qué es lo que más te gusta de mí?-

- ¿A que viene esa pregunta tan repentina?-

- Sólo quiero saberlo. Creo que estoy en uno de esos días dónde no me siento bien conmigo misma.-

Hitoshi luego de escuchar aquello, se alejó del escritorio dónde estaba haciendo su tarea, para dirigirse hasta el borde de la cama, sentándose al lado de su novia, que estaba tapada de pies a cabeza.

Aquella última oración podía explicar porqué aquél día ella vestía ropa que tapaba por completo su cuerpo, a la vez que no hablaba demasiado y se notaba apagada.

- Espero que tengas todo el día libre, porque voy a tardar.- acarició su rostro y volvió a hablar. - Tienes los ojos más preciosos que haya visto, podría verlos mil horas seguidas, tu piel es tan suave, tus labios tan besables... tu cuerpo siempre está calentito, es perfecto para abrazar, toda tú es perfecta, de pies a cabeza.-

Mientras era halagada, _____ estaba roja cuál tomate y en su estómago había un concierto de heavy metal con dinosaurios, estaba muriendo de la vergüenza y de la ternura.

- Eres bondadosa, buena, amable, un dulce sin igual.- se recostó sobre el colchón, quedándose frente a frente, la rubia torció su rostro para cualquier otro lado, pero la rápida mano de su novio la tomó del mentón para obligarla a verlo. - Eres la luz de mi vida, no se qué haría sin ti.- a sus ojos no podía verse más tierna y perfecta.

Hitoshi había creído que la soledad era su destino, hasta que llegó aquella brillante rubia francesa.

Sin reprimir aquellas salvajes ganas de besarla una y otra vez, se lanzó a hacerlo, con toda la delicadeza e intensidad del mundo.

Porque quería tratarla como la reina que era, pero sus emociones no lo entendían.

- Nunca dudes que eres perfecta.- comentó rápido en cuánto se separaron, para luego volver a besarse, claro.

Sus labios se movían al perfecto compás, sus manos iban de aquí para allá, cabeza, hombros, cintura.
Sus respiraciones se agitaban al no respirar cómo debían, ¿Pero quién necesitaba una dosis suficiente de oxígeno cuándo podías besar al amor de tu vida? Ambos corazones latían a velocidad máxima, dulces palabras y risillas tontas brotaban en los escasos segundos que se separaban.

- Eres mi luz, no lo olvides.- jadeó, se separó de ella para verla a aquellos penetrantes orbes.

- Nunca lo haría.- se mordió el labio con nerviosismo y con una sonrisita le terminó por enamorar al contrario, si es que se podía estar más enamorado, ya que cada día que pasaba sentía un poco más de aquél sentimiento.

- Te amo, francesita.- acarició la mejilla contraria con su pulgar, reprimiendo las ganas de morir ahogado por besar esos labios de nuevo. Ella sintió el frío del anillo que siempre traía puesto Hitoshi.

- Yo te amo aún más.- lo abrazó lo más fuerte que pudo, enterrando su rostro en el hombro del mayor, desde allí recibía la misma cantidad de perfume y de aquél característico aroma a lavandas que provenía de su cabello.

Todo lo que había dicho sobre ella la hizo sentir mejor, a veces no podía ver todas aquellas cosas buenas que tenía, sólo necesitaba un poco de ayuda.

- Ya que estamos... ¿Puedo preguntarte algo?- murmuró Shinsou.

- Claro.-

- ¿Me hiciste un amarre? Te juro que si me dices que sí no me enojaré.- aquella pregunta la dejó descolocada.

- Siquiera sé hacer un amarre.- rió suavemente, completamente tentada por la idea de ella haciendo un ritual a la medianoche con luna llena, con velas y una túnica negra, y Kaminari a su lado ayudándola.
- ¿Por qué preguntas eso? Necesito una explicación.- se separó levemente de él para poder conversar tranquilamente.

Your light (Shinsou y tu) [BNHA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora