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Finn Wolfhard se levantó de la mesa. 

No podía creer lo que veían sus ojos. 

Ella estaba allí, parada cerca del marco de la puerta. Su ropa estaba en un estado lamentable debido a la lluvia que había caído a cántaros aquella noche. 

Donaji tardó unos momentos en visualizar a Finn y cuando sus miradas se toparon, sintió que su corazón había parado porque en ese instante juraba que había dejado de respirar. Su cuerpo temblaba y el único impulso que tenía para caminar, era para asegurarse que ese momento fuera real y no otro sueño. 

Finn comenzó a caminar hacia ella. Primero sus pasos eran cautelosos pero la desesperación de tenerla en sus brazos cruzó el límite de su paciencia y corrió a abrazarla. 

Sus cuerpos se estrecharon fuertemente, los dos habían encajado tan bien que no se separaron un largo rato. La ropa de Finn se había mojado también pero en ese momento no importaba nada, ni siquiera las miradas que estaban clavadas encima de ellos. 

Donaji estaba a su lado y todo estaba bien. 

Los dos se separaron, la distancia entre ellos era tan corta que podían sentir sus rápidas respiraciones y escuchaban con claridad sus corazones palpitar. Donaji mantuvo fijamente su mirada en Finn, observaba con detenimiento su delgado rostro y lo fugaz que eran sus ojos cafés. El chico era más delgado de lo que se veía en los fotos e incluso tuvo miedo de abrazarlo tan fuerte porque sentía que lo podía lastimar. 

Admiraba Finn la belleza que existía en aquella chica. Si verla tras un monitor le parecía encantadora, en persona era totalmente radiante. Podía ver con mayor claridad las facciones de Donaji: su nariz chata, lunares esparcidos en el rostro y marcas visibles de unos granitos recién suprimidos. 

Donaji no cumplía con los estándares de belleza. Como antes se había mencionado, no era tan alta, su rostro no era simétrico y su cuerpo no tenía curvas. A simple vista, la joven escritora no tenía gracia y podía pasar desapercibida fácilmente. Sin embargo, a Finn Wolfhard no le parecía un problema. 

Estaba tan cegado que no distinguía los defectos. 

—Estás aquí. 

Habló Finn. Donaji asintió con el rostro varias veces.

—Y no fue fácil llegar. 

Finn estaba apunto de hablar sino fuera por otra voz masculina. 

—Nada fácil —Interrumpió Hugo—. Tuvimos que correr hasta aquí porque había un tráfico espantoso por la avenida. 

Donaji y Finn se separaron, al percatarse de lo cerca que estaban, se alejaron un poco y un color carmín abundó sus mejillas. Los tres se acercaron a la mesa donde se encontraban Noah y Nick, los dos chicos estaban sorprendidos por lo que había sucedido los últimos minutos. 

—Don, ¿no quieres ir a cambiarte de ropa? Podrías resfriarte. 

Donaji estaba tan desconcentrada que solo obedecía a lo que le decían sin ser consciente. Hugo estaba apunto de acompañar a Donaji al baño sino fuera por Finn que detuvo su brazo. 

—Descuida, yo la acompañaré. 

Hugo se quedó perplejo. Sin pedir permiso antes, Finn le arrebató sutilmente la mochila, tomó de la muñeca de Donaji con delicadeza y se esfumaron en un abrir de ojos. 

El silencio que reinaba en el restaurante, desde el momento que cruzaron los dos amigos la puerta, desapareció tras la salida de Donaji y Finn. Todos volvieron a su cena y nadie volvió a dirigir su atención a aquella mesa. 

Wattpad || Finn WolfhardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora