Seokjin recibirá dieciséis rosas en San Valentín, pero antes, seis chicos se enamorarán perdidamente de él. ¿Quién será aceptado?
Historia detrás de las dieciséis rosas que recibió Jin en San Valentín, en una preparatoria para varones. Específicame...
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— Quinta parte —
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Sonríe inusualmente animado por el buen ambiente alrededor, o bueno ya no tanto dentro de la escuela, eso se vio más en la calle y sabe que se notará con mayor intensidad en la noche, cuando vea salir parejas tomadas de la mano y gente feliz por doquier. Hoy es San Valentín.
Aunque de todas formas, Jin sabe que no todo es felicidad para muchos. Sobre todo por ser adolescente, es obvio. Conoce del rechazo que sufren algunos y cómo puede llegar a afectar esto más por su edad y la etapa en la que se encuentran. Tal vez antes pensaba que no era tan importante o grave, ¿cómo podían algunos sentirse morir por un amor no correspondido o un simple rechazo? Vaya exageración, recién comenzaban a vivir. Ya llegarían otras oportunidades y personas.
Solo que, a lo mejor ahora Seokjin puede entender un poco mejor a aquellos que sufren por esas pequeñeces. Quizás ya vivió en carne propia un poco de sus situaciones, como para comprender porqué se lo toman tan en serio. Pero mantiene su sonrisa, porque no se la puede pasar pensando en eso todo el día, debe estar tranquilo.
Llega por fin a su casillero para sacar todos los materiales que requiere para las primeras clases. Pero sus libros no son lo primero que encuentra al abrir la puerta de metal.
Jin se queda estático por unos momentos, observando atentamente el color intenso de la rosa que descansa sobre la pila de hojas que tiene acumuladas en el pequeño espacio. Ladea la cabeza y por un instante llegan a su mente múltiples preguntas sobre el porqué de la presencia de la flor justo allí. Pero entonces repara en que no sería la primera vez necesariamente que se lleva estas sorpresas en San Valentín, por más de que sea un poco inusual que ocurra en una escuela de varones, pero ya. Otros años había pasado, sólo que... ¿Nada más comenzar el día? Eso es nuevo.
Se muerde los labios, colocándose bien de frente al casillero, ocultando de la gente que pasa por el pasillo lo que está ahí dentro. Piensa en qué debería hacer con ella, si llevársela o dejarla ahí.
Opta por cargarla consigo pero guardándola en su mochila, aprovechando que esta no pesa mucho hoy y no tiene nada dentro suyo que pueda precisamente aplastar a la delicada planta. Que por cierto, ¿cómo llegó? No puede evitar seguir cuestionándose eso.
