Epílogo

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Italia.

-Sabes si el bar de esta casa tiene vodka - Pregunto Oliver entrando a la habitación con una copa de licor en la mano.

-No lo sé, yo no bebo alcohol -Le recordé a mi esposo.

Él sale de la habitación y lo veo pasar por el gran ventanal hasta el bar de la casa.

Él toma dos copas llenas de vino y la trae a la habitación ofreciendo la más llena para mí.

-Un vino no le hace daño a nadie - Él me dice, tomó la copa sin dudarlo.

Bebo el liquido de un trago, él claramente se sorprendió de lo que hice.

Me sentí algo mareada después entonces solo me acosté en la cama.

Él se acuesta a mí lado encendiendo la televisión.

-Llevamos dos semanas aquí y es más tranquilo que Seattle - Comenta Oliver tomando de su copa.

-Claramente es más tranquilo es un pueblo alejado de la ciudad, además no hay tantas personas alrededor - Y eso era lo mejor, el vecino más cercano quedaba a treinta minutos.

Podíamos hacer el ruido que quisiéramos y nadie nos diría nada.

La primera noche llegamos a descansar, pero claro Oliver al día siguiente aprovecho que no había nadie alrededor he hizo que la mesa se hiciera para algo nada apropiado.

-Me dijiste que esta casa te la heredó tu padre verdad - Asentí mirando el programa.

-Si, el día de su leída de testamento me dejó como herencia esta casa y una en Londres, a mi hermano le heredó la casa del campo y el apartamento en Nueva York - Recuero la cara de sorpresa de Alexander cuando se dio cuenta, quiso hablar pero la voz no le quiso salir.

Siento como él colchón se inunda, después el cuerpo de Oliver ya está encima de mi, usa sus ante brazos para sostenerse.

-Entonces, no hemos tenido sexo desde que llegamos, hemos estado explorando tanto Italia que no hemos tenido tiempo a solas - Él me quita el short de pijama de un tiro.

Baja su mano hacia ese lugar mientras que juega con elástico de las bragas, su mano se interna dentro de esta y su dedo del medio entra en mi interior.

Me tapó la boca con la mano para retener mis gemidos, él alarga la mano para quitar mi mano de mi boca.

-No. Quiero oírte - Él continuó con sus movimientos.

En la habitación solo se oían mis gemidos, él me mira a lo ojos como si pudiera ver dentro de mí alma.

Se desabrocha el pantalón con la mano izquierda, le costó un poco pero lo logro, saca su miembro, baja mis bragas y hacerlo pasa a colocarse en la entrada.

Entra despacio pero se siente increíble sus embestidas son lentas al principio pero después sus movimientos de cadera se vuelven más rápidos.

-Ah Nancy - Se pega a mi oído, sus gemidos se hacen presentes cada vez más.

Mis manos bajan por su espalda, no puedo llegar a su trasero porque mis brazos no son tan largos.

Abrazo su cintura, él levanta mi pierna  izquierda dejándola en su nombro y así haciendo que sea más fácil entrar.

Me toma la cara entre sus manos y sin pensarlo me besa con muchas ansias.

-Hazlo por favor, dilo.

Se a que se refería, se refería a que dijera su nombre.

-Oliver - Gemi su nombre en su oído. Me sorprendió cuando sus embestidas se volvieron más rápidas.

Por ti Donde viven las historias. Descúbrelo ahora