La Visita en el Rubí

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Athanasia se mordió el pulgar mientras miraba por la ventana.

¿Zenith tenía una hermana en el libro? No lo recordaba, Nor ecordaba ninguna mencion sobre alguien de nombre Eliana. ¿Acaso no era influyente en la historia? Cuando escucho que la muchacha había estado siendo envenenada en su propia casa, se sorprendió. Nunca imagino que algo sucedería en la mansión Alfierce, en el libro siempre dijeron que si bien Zenith no tenía el cariño fraternal completo, nunca le pasó ni falto nada. Por lo que le extraño el saber que siendo su melliza la habían intentado eliminar.

Aquella rubia era bonita, incluso más que lo era Zenith. Y eso le hacía sentir nerviosa, porque Claude ya le había tomado atención, y no quería perder a la única persona que había podido llamar padre.

Por la misma razón, cuando escucho a las sirvientas hablar sobre la reapertura del Harem del emperador, no supo cómo reaccionar. Lo primero que pensó fue que Claude era un pedo filo por elegir a una chica de la edad de su hija, pero luego recordó la época en la que estaban, y que su padre aún era joven por lo que tenía sus propias nesecidades, y decidió callarse su opinión.

Se sentí mal por Eliana, quien apenas había despertado había tenido que irse al Rubí, sin despedirse de su hermana, o traerse algo. Pero no por eso ejaria de ser cautelosa, y había dejado claro a las sirvientas del Rubí que no se dejaran mandonear o tratar como quisieran y que cualquier inoportuno se lo hicieran saber directamente.

Había pasado ya una semana completa, y no le habían llegado noticias del palacio, por lo que luego de meditarlo y hablar con Lucas, había decidió ir ella misma al Rubí.

De esa forma llegaba al momento actual, acababa de entrar siendo recibida por varias sirvientas, con alegría.

—¿Como han estado, Hermanas?. —les pregunto con dulzura, a lo que todas soltaron un suspiro sincronizado. —¿Que ha pasado?

—Nada, princesa. Eso pasa, nada. —Dijo una de las más jóvenes. —Pensé que sería más divertido o algún tipo e interacción diferente con aquella niña, pero nada.

—No sale de su habitación y solo permite que su nana entre en la habitación. —Dijo una sirvienta ya entrada en edad. — no pide ayuda para bañarse o vestirse y pidió que le dejaran la comida en la puerta. El emperador tampoco a venido a verle.

Athanasia frunció ligeramente el ceño, pensando. Siendo hermana de Zenith, había esperado que la rubia reaccionara feliz y quisiera gastar todo lo que pudiera viviendo en el palacio. Además de querer la atención del emperador y suya pero, parecía.. Indiferente.

—¿las trató mal?. —preguntó, mientras se movía por el pasillo. —

—Pará nada princesa, fue muy dulce y pidió comprensión.... —dijo otra de las sirvientas. —

— Eso sí... —Hablo una desde el fondo. —Llora bastante.

Varias a sintieron y afirmaron lo que la mujer decía, solo asintio y miró denuevo a las mujeres.

—Preparen un bocadillo, iré personalmente a verla.

Empezaron a moverse, cosa que le saco una sonrisa. Le hizo un gesto a Lily y empezaron a caminar en busca de la habitación de la muchacha.

Al llegar, tocó con suavidad.

—¿Lady Magrita? Soy la princesa Athanasia ¿Me dejaría pasar?. — Escucho ajetreo dentro de la habitación, como si alguien se hubiera caído y luego un quejido, cosa que le hizo reír un poco. —

—¡P-pase!. —Lily abrió la puerta por ella, y entró con tranquilidad, apreciando el lugar. —

La habitación era bastante sencilla, y no había ningún adorno, como si los hubiera quitados todos. No tenía una gran cantidad de cosméticos en su tocador y estaba todo bien ordenado. Parada en medio e la habitación estaba la muchacha, haciendo una reverencia, llevaba un vestido verde, con diseños de flores, que sorprendente ente le llegaba a la rodilla. Estaba algo corrido, como si recién se lo hubieran puesto y sus cabellos, largos igual de desordenados.

Mírame, Claude. [Princesa encantadora] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora