Dulces Momentos

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Elian dejó salir una carcajada al ver al adulto en una extraña pose solamente porque se lo había pedido.

Luego del incidente, Claude no se despegaba de él a menos que fuera nesesario, y poco a poco su vida se había vuelto dinámica y divertida.
Apenas había cumplido el tercer mes, por lo que había dicho el médico la última vez, hacia ya una semana, y tenía un pequeño bultito en el abdomen bajo, que si bien, no le agradaba porque parecía como si estuviera hinchado todo el tiempo, el emperador amaba.

Era de noche, y el estaba en su cuarto en el Rubí, no podía dormir debido a las náuseas, y mágicamente el de ojos zafiro había aparecido,con una bandeja con un caldo y una taza de té.
Aun no confiaba completamente en el, incluso aún no dejaba que lo tocara, pero no iba a negarle una cena extra y un tiempo para hablar, después de todo, parecía que Claude quería estar presente durante el embarazo, seguramente por el miedo a perderlo como sucedió con Diana.

Diana, todos parecían temer nombrarla cada vez que ele staba cerca, pero no le incomodaba, sabía que incluso ella era la hada que cuidaba sus noches. De hecho de cierta forma le agradecía el que lo hubiera cuidado tantos años, pues ahora al menos estaba vivo.

Porque fue aquel su espíritu quien evitó que se suicidar a meses atrás, fue Dianna quien indirectamente le había dicho que el tenía algo en su interior por lo que no debía morir.

Aun no sabía que era, pero sabía que ha Iá algo, no era el bebé en su interior que hacía que vomitara en cualquier momento la sopa que estaba consumiendo, era algo más grande, algo que le unía con algo que ni siquiera podía pensar.

Agitó un poco la cabeza y solo palpo a su lado para que se sentará a su lado.

—¿No está cansado, majestad?. —le preguntó, mientras que el adulto sólo se sentaba contra el respaldo. —Félix dijo que hoy no pudo es andar correctamente.

Claude apreto un poco los labios, pero sólo Asintió, no le diría al chico que su hermana había estado últimamente bastante insistente y había empezado a a ceder debido a sus dolores de cabeza, cosas que desaparecían cuando estaba con su luna.

—Solo han habido problemas con algunos nobles. —acercó su mano, para acariciarle el cabello al menor, pero terminó deteniéndose, recordando como Elian no quería que lo tocará. —

Mientras, el ojiesmeralda dejó la bandeja en la pequeña mesa de noche y se recostó de lado, apoyándose en su brazo, para poder verlo.

—¿Me esconde algo no es así?. —claude le miro, y simplemente suspiro, cerrando los ojos. —Esta bien, solo soy un consorte, no debe decirme, no me corresponde.

El ojiceruleo quería decirle que no, que eso no era verdad, que el chico era mucho más que solamente alguien con quien se acostaba. Quería darle entender todo lo que sentía con solo estar a su lado. Pero no podía, no hasta tener su propuesta lista, y la confianza del chico nuevamente.

Antes de respor, el suave tacto del chico, le hizo abrir los ojos, el menor, le delineada con dos de sus dedos, el rostro, con suma tranquilidad.

—¿Por qué yo de todas las personas?. —la voz de Elian salió como un suave y delicado suspiro. —¿Que tiene un niño como yo, que le gusta, majestad?

No respondió, más que nada, porque no sabía cómo responderle, era como si siempre lo hubiera sabido, desde el moemtno en que lo vio y luego solo fue cosa de confirmarlo.

Elian solo lo miró, algo incómodo, debido a la fija mirada, encima de él. Vio la mano del mayor acercarse, y solo apreto los ojos, esperando el toque. El cual llegó, de manera dulce por encima de su ropa, en la zona del pequeño huevito de su abdomen.

—¿Que crees que sea?. —le preguntó, mirando al pequeño, quien temblaba ligeramente por el toque. —Soy yo Elian, no te haré nada

—Es porque es usted que Aguanto su toque. —dijo en un murmullo apenas audible, con el rostro ligeramente rojo. —¿Que me da garantía que no me hará lo mismo?

Apreto los labios, y apartó su mano, mirando hacia el lado contrario del niño.

—Deberías dormir, por el bebé. —se acomodo con lentitud. —me quedaré aqui

—Como...como desee majestad. —Elian lo miró otra vez, esperando alguna nueva respuesta por parte del chico, sin co seguir nada, por lo que suspiro y Apago la vela de su mesa. —

Ambos se acomodaron, espalda con espalda. Uno deseando escuchar algo de su acompañante, yel otro deseando saber expresarse.

—Te amo, Elian....

La voz de Claude sonó bastante baja, y Elian sonrió un poquito, dándose vuelta y abrazándo tímidamente la cintura del emperador, mientras el le tocará, no tenía miedo.

—Yo igual, majestad.

Esta vez el adulto sonrió, y uno al lado del otro, se durmieron aquella noche.




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La castaña miró a la mujer a su lado, su nana, le acababa de informar sobre la aparente visita del emperador al Rubí, y aquello le había puesto furiosa.

En toda ese tiempo, no había visto a su hermano ni un solo día, por lo que suponía, algo estaba escondiendo el muchacho para no querer verla.

No le importaba el favoritismo del emperador en el chico, quería que este desapareciera de una vez y que dejara de ser un estorbo en la familia feliz que tendría con su padre y hermana, donde el promiscuo de su hermanito no entraba.

—Fuego. —dijo la adulta a su lado. —es la mejor opción si queremos deshacernos de él

—¿En cuanto tiempo?. —miró a su tía, quien sólo sonrió. —

—lo más pronto posible lo prometo.

Zenith Asintió, y sonrió, mientras se miraba en su espejo, justo donde dos muñecas, de su padre y hermana descansaban.

Pronto su horripilante hermano estaría del fuego, y tan desconfigurado que nadie le querría, y el cariño de su padre y hermana sería todo suyo.

—¿Tienes la cinta para mi hermanita?. —le pregunto a la mujer quien Asintió, entregándole la cinta que hacía bastante había comprado para la princesa. —

Perfecto, pronto sería la amada hija del emperador y encantadora hermana mayor de la princesa. Solo debía esperar un poco.




Mírame, Claude. [Princesa encantadora] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora