Olvidar O Recordar

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Claude lanzó lejos la caja de regalo que había encontrado en uno de los cajones de su escritorio.

Esta chocó con la muralla y cayó al piso, rompiéndose y dejando salir el delicado anillo de oro con tres cristales, dos celestes a cada lado y una más grande en el centro de color verde.

Sabía lo que era, pero no quería aceptarlo, no iba aceptar que el dolor en su pecho se debía a que el adolescente ya no estaba cerca.

Había pasado una gran cantidad de tiempo, había suponido que el chico por lo menos haría cto de presencia para rogarle el que le perdonaba, quería verle de rodillas, pero en cambio, el chico había desaparecido, y aunque lo había mandado a buscar, junto a su hija, no habían dado ni con rastro de este.

Había algo dentro de él, que quería salir, que quería ir a buscar al menor a donde fuera que estuviera. El abrazarlo, y volver a tenerlo en sus brazos, pero sabía que no debía hacerlo, porque Zenith, quien al parecer, al igual que el bastardo, eran sus hijos, había dicho que posiblemente el engendro con el que el ojiesmeralda cargaba, no era suyo.

Y no sabía que creer, porque según Félix, Elian nunca salió ni se encontró con alguien de fuera del palacio.

Los únicos con permiso de verlo eran la princesa, su nana, un tal mago, Félix , y el.

Y que la única vez que el niño había visto a alguien durante todo el tiempo que estuvo en el palacio, contando el tiempo inconsciente, fue cuando el mismo había lanzado al niño a unos aprendices.

Pero según la castaña, había sido el mismo Elian quien se había metido en las habitaciones de los caballeros. Y que eso había pasado mucho tiempo atrás, por lo que posiblemente el bebé era de alguno de ellos.

Su cabeza dolía horrores, y los únicos momentos donde estos desaparecían, pero su mente se nublaba era cuando estaba con Zenith, y tampoco era una sensación que le agradará.

Cuando aquel hombre de ojos rojos, tirando a un tono que denotaba locura, supuso que había ido a robar, oro o algunas joyas, incluso había mandado a que revisaran todo, pero cuando al día siguiente fue a la habitación del pequeño niño, y Noto la ausencia de prendas, libros y pertenencias en general, que Félix había dicho que no eran tantas debido a que la mayoría se habían perdido cuando el Rubí se quemo, supo que ellos ahora era quienes mantenían al pequeño bastardo. Había ido en busca de la nana del niño, quien seguramente sabía algo, pero se encontró con que la mujer había desaparecido.

Así que ya no había nada en el palacio que marcará que el niño, que actualmente le quitaba el sueño, aún estuviera allí.

Elian había desaparecido de su mundo, pero ahora no sabía si era la mejor idea. Aún más cuando sus alucinaciones ahora hacían que escuchara las crueles palabras de una mirada turmalina, y dos versiones suyas.

Seguramente se estaba volviendo loco por querer olvidarlo, pero tampoco quería recordar, porque sabía que había algo más oculto.

Miro el anillo, que era alumbrado por un pequeño rayod e luz, dándose cuenta que este mostraba una imagen contra la muralla.

Se veía a ambos sentados juntos, sonriendo dulcemente, antes de que esta empezará a moverse, como un recuerdo.

El pequeño documental iniciaba con el chico sentado a un lado suyo, este se levantó y se desabrochaba la faja que llevaba, acariciando se luego el pequeño vientre, el por su parte, parecía admirarlo, y mientras el chico estaba desconcertado, lo había dejado en su regazo, repartiendo besos por todo su rostro, cuello y luego vientre terminando con un "No molestes a tu mami, hijo"

Mírame, Claude. [Princesa encantadora] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora