El Reinicio Del Harem

6.3K 706 80
                                    


-En una semana no ha salido de la casa, y ninguno de los sirvientes parece querer o saber algo. -Dijo Félix, leyendo los papeles que sus informantes le dieron. - Al parecer sólo una persona le ha visto estos días, ella no ha mostrado señales de nada raro.

-Bien. -Asintió y luego miró hacia la puerta, al sentir como esta abría, y como su hija asomaba su cabeza. -

-¿Papá, estas ocupado?. -el adulto solo soltó un ruidito en negación, y la adolescente sonrio. - ¿Uiqeres hacer un picnic conmigo?

Claude se quedó pensando pero terminó asintiendo y levantándose, para luego mirar al pelirrojo.

-Félix, manda a llamar a Alfierce. -dijo con tranquilidad, dejando que Athanasia se colgara de su brazos para salir caminando. -

Aquella semana se había empeñado en saber más sobre aquella pequeña ojiesmeralda del debut, pero Félix siempre le llegaba con las mismas noticias, parecía haber desaparecido, como en los libros que su hija tanto amaba. Desde entonces, su sueños ya tenían rostro, podía ver al adolescente sonreírle y llamarle por su nombre, llegando a un extremo donde sus húmedos sueños habían sido acompañados por esa voz y cara.

-Estas loco por calentarte con la cara de una puberta

Fue lo que pensó. Podia suponer quien era su madre con ver a la castaña, era idéntica a la perra de Penelope si no fuera por sus ojos azules, pero la rubia tenía un rostro angelical y adorable, nada que ver con su hermana, además de sus cabellos rubios. Pensó que hubiera sido su hermano el padre, si no fuera porque Anastacius era infertil. Lo cual volvía imposible que estuvieran conectados por sangre.

-¿Papá, en que piensas?. -preguntó su hija, y se giro a mirarla. -

Si, su hija era hermosa, tan preciosa como Dianna lo había sido, incluso más. Pero había algo que la diferenciaba de Eliana, ambas eran hermosas, pero la susodicha era un ángel, una diosa mejor dicho, mientras que su hija era un Hada, una bella hada.
No por ello decía que Athanasia no era hermosa, claro que lo era, pero su belleza no era algo que pudiera comparar, una era su hija y la otra... No, con la otra no tenía relación alguna.

-¿Que señoritas vendrán a la fiesta de té?. -preguntó de manera seria, queriendo desviar sus pensamientos a otra cosa que no fuera sobre mujeres hermosas,que hacían su cuerpo calentar. -

-Bueno...hay de todo un poco, de la casa del Marqués Elaine... Algunos condes... A las señoritas Magrita...

Y volvía a pensar en aquella rubia de rostro angelical.



----

Apenas habían llegado luego del debut, su tía le había llevado a su habitación y había recibido una de las peores palizas de su vida.

"Arruinaste la oportunidad de Zenith"

Le dijo mientras golpeaba con un látigo su espalda. No se permitió llorar, no lo haría frente a esa mujer, no quería verse débil frente a alguien a quien sólo le importaba quien se veía mejor, quien gasto más y quien se acostó con quien.

Cayó inconsciente quién sabe cuando, y pars cuando despertó, Kiel estaba a su lado, limpiando le las heridas. No tenía ya aquel vestido ni nada de maquillaje o peluca. Tenía en su mejilla un feo moretón y un corte en su frente, su espalda estaba llena de heridas sangrantes y hematomas de entre morado a verde, lo mismo su torso y abdomen. Sus piernas sólo tenían marcas rojas, al menos le había dejado la movilidad en estas.

Mírame, Claude. [Princesa encantadora] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora