Aunque no quisiera, Claude despertó luego de que Félix le removiera y hablara por un buen rato.
Se sentó en la cama, tapando su hombría con las sábanas. Mirando a la pequeña figura que aún descansaba a su lado, sonrió de lado y se removió, para poder hablarle al oído.
—Despierta niño, debes limpiarte. — su voz sonó algo más gruesa. Pero el niño sólo solto un quejidito y siguió durmiendo. —
Frunció un poco el ceño y tomó sus prendas para poder ponerselas antes de salir de la cama.
—Quedate vigilandolo, cuando despierte que lo limpien y vistan, luego lo llevas conmigo. —Contestó, mientras se iba hacia el baño. —
—Cómo desee majestad. —hizo una pequeña reverencia y se quedó a un lado de la cama, mirando la pequeña figura hecha bolita. —
Elian no Despertó hasta al menos dos horas después, con la atenta mirada de Félix encima de él, y que le hizo enrojecer.
—Buen día Sir Robein. — Dijo con timidez, y sentándose a duras penas en la cama, dejando salir un quejidito. —
Todos los recuerdos de la noche anterior volvieron hacia el, e inevitablemente se sintió desganado, débil, humillado y asqueroso. Se había dejado tocar y hacer lo que quisiera por un hombre que le doblaba la edad, y lo peor es que había disfrutado cada segundo.
Félix le miro, el chico no estaba llorando pero tenía una mirada vacía. Apagado y sombría, como si no estuviera su alma en el y fuera un simple cuerpo. Aquello le preocupo, ¿Que había pasado la noche anterior como para que el chiquillo estuviera así?.
—Su majestad dijo que debe limpiarse, para luego ir con el. —Elian se tenso, era su fin. — yo le escoltar, no será nada malo.
—Mhm... —tres mucamas entraron a la habitación y se le acercaron, tendiendo le una bata de baño para poder llevarlo al baño. —
Pero apenas el niño se levantó, cayó al piso, sin fuerza en las piernas. Su cuerpo temblaba, y apreto los ojos, no quería llorar y verse más deplorable de lo que estaba.
Las tres mujeres le miraron con pena, era obvio que todos reaccionaria así, si ven a un adolescente que había sido obligado a ser un concubinus, y que apenas se podía mover por sí sólo.
Félix se acercó y lo cargo, como muchas veces hizo con la princesa en su infancia. De esa forma noto lo delgado que era el chico y lo liviano que era. Con cuidado, lo cargo hasta otra habitación, con baño incluido, y lo dejo en la tina de este último, donde el agua ya estaba lista para el.
Salió de la habitacion y espero a que le avisaran que podía entrar.
Escuchaba los quejidito del chico mientras le limpiaban, además de también oír los cuchicjeos de algunos guardias y sirvientas que pasaban. El rumor de que la nueva amante del emperador era un hombre, parecía haberse corrido por todo el palacio, y quien sabía si ya había salido de este.Paso un buen rato antes de que le dejaran pasar. El rubio estaba sentado en un asiento frente al tocador. Llevaba una camisa color crema bastante simple y una cinta de color escarlata en el cuello de esta. Sus mangas tenían pequeños detalles delicados y llevaba un pantalón de color rojizo con una faja negra. Su cabello estaba algo húmedo, dejando sus ondas naturales y se lo habían adornado con una pequeña Diadema de joyería que dejaba ver en su frente un cristal del mismo color rojizo y detalles de oro, unos aretes que hacían juego, no muy grandes terminaban de armar sus accesorios.
Se veía delicado y hermoso, pero su mirada seguía perdida, por lo que parecía un pequeño muñeco de porcelana.
Cargo al niño, con delicadeza y empezó a caminar, mientras este aferraba sus manos a su uniforme, seguramente por el miedo a caerse.
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Mírame, Claude. [Princesa encantadora]
FanfictionPara los ojos del resto, Elian no le llegaba a los pies a su hermana. El hermano menor, era un simple estorbo para los Yedith. Estaba solo, en un mundo donde la soledad era el peor monstruo. Claude sólo debió mirarlo una vez, para caer por la belle...