A escondidas

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Noah miró el gran palacio rente a sus ojos, y luego a los cinco caballeros que le habían acompañado.

De cierta forma, estaba feliz que por fin su joven maestro le diera una mision, pero no esperaba que esta fuera el que volviera a ese horrible palacio, para llevar a su nana, sus cosas preciadas y darle una carta al primo de este.

Se sentía un mensajero, más que un archiduque. Pero no podía hacer nada, el menor casi se lo había rogado... Y bueno, era una ternurita y no podía negarle nada.

Suspiro y se acomodo la capa de un color negro, con pequeños detalles dorados, que correspondían a un hechizo de protección.

Dio el gesto y todos se infiltraron, a la vez. A él, le había tocado la parte más aburrida, vigilar al emperador, por lo que con cuidado se posó en su ventana, encontrándose con que este hablaba con una muchacha rubia.

Bien, se veía bueno el chisme.

-.... ¿Me matarás cuando me encuentres?.- dijo la rubia, apenas en un murmullo. -... ¿Verme ahora hace que desees matarme?

Esperaba que el rubio dijero un claro no, después de todo, era conocido por todas partes el cariño especial que tenía el emperador con su hija.

-Así es, quiero despedazarte, ahora mismo. -comento el mayor, tapándose el rostro. -

Ese hombre debía tener problemas en la cabeza, uno perdía la memoria pero nunca se olvidaban los sentimientos.

-No moriré, No moriré en tus manos papá. -Bien, pensó. Mientras veía que esa niña se levantaba, con molestia. -

-Tú... ¿Esto no es un sueño?. -El emperador se levantó, y el se acomodo la capa, que cubría su cara. -

-Te extrañe, papá. -la chico se apartó y empezó a brillar. -Adios

-Espera...¡Espera!.-vio al rubio pararse para alcanzar a la muchacha, pero está desapareció en el momento justo. -

Aguanto una risita, y aplaudió, ese había sido un buen show.

-Quién diría que incluso con tu hija eres un bastardo. -contestó el peligros, recibiendo la atención del adulto quien empezó a armar un hechizo en su mano. -Tranquilo, vengo en paz... Solo nesecito unas cositas

Noah esquivo la bola de energía hacia el y sólo acomodo su capa, sin moverse de la ventana.

-¿Quién eres, y qué quieres?. -preguntó Claude, acomodándose los cabellos. -

-Soy alguien fiel a Elian. -Dejo caer sus hombros y solo se paro en el espacio que tenía. -

-¿Alguna de sus conquistas?. -sonrió de manera burlona, y bajo su mano, solo era un joven iluso, al caer bajo los encantos de esa puta. - Quizás el padre del bastardo que lleva en el vientre.

-Debes tener serios problemas como para no notar que Elian, no miraba a nadie más que usted. -Sus ojos rojos brillaron por un segundo y sonrió, mostrando sus pequeños colmillo sobresalientes. - Calme majestad, no lo verá denuevo, pero no tendrá derecho a reclamar sobre su hijo, o cualquier cosa que tenga que ver con mi maestro, porque ya notará sus errores.

Noah miró hacia abajo y sólo se dejó caer, había recibido la notificación de que ya tenían las cosas importantes, al sentir el reloj en su muñeca vibrar.

Al llegar al piso, hizo un gesto hasta la ventana y desapareció. Claude vio claramente lo que significaba aquello.

Había cruzado sus índices y hecho unos ganchitos hacia sus lados correspondientes. "diferente" ese era su significado, pero en la mente de Claude no había sentido a aquella palabra ¿Que era diferente?

Mírame, Claude. [Princesa encantadora] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora