Impaciente

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Zenith mordió su pulgar, mientras miraba las flores a su alrededor.

Debido al incidente que al parecer tuvo su hermanito, la princesa no había llamado a más fiestas de Té, por lo que no había visto a la princesa ni a su padre, en todo el mes.

Claramente estaba molesta, ella era la mayor, por consiguiente, merecía más cariño que cualquiera de sus dos hermanos. Era la heredera, debía estar en el castillo, si o si.

Había escuchado de su tío que Elian tenía la atención del emperador, pero no como pensaba.

Una sonrisa maliciosa cruzó su cara.
Sabía que su hermano sólo sabía mover el culo, pero nunca pensó que terminaría siendo la puta oficial del emperador.

—Merecido lo tenía por pasar tanto tiempo con mi Kiel. —Dijo con lentitud, empezando a caminar para salir del invernadero. — Ahora el se dará cuenta que es mejor una chica dulce, linda y virgen como yo, a un chico suelto como Elian.

Claro, no debía sentirse celosa de su hermano, el solo era una molestia en el zapato, a él no le correspondía nada. Solo debia deshacerse de él, para tener el camino libre, solo nesecitaba que el emperador supiera que eran sus hijos y que estaba haciendo Elian en el pasado.

Porque en su mente, su hermano se acostaba con cualquiera, mientras recibiera dinero y palabras dulces.

Pará Zenith, Elian era un demonio, solo una rosa, bella pero peligrosa, mientras que ella era una bella y pura orquídea blanca.

Ella no tenía idea de que las cosas eran bastante diferentes de como pensaban.

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Pasados unos días luego de que Elian despertará, Athanasia llevó a cabo un nueva fiesta de té, más que nada para que las aguas se calmara por las malas lenguas.

Había invitado a pocas personas esas vez, no habían más de cinco personas, incluyendo entre estas a Zenith, más que nada porque consideró que sería bueno que Elian la viera, y Helena Elaine, quien se había vuelto cercana atraves de las cartas.

Habia querido que su nuevo amigo estuviera presente, pero al parecer este tenía un chequeo con Lucas, por lo que era probable que luego esté mismo lo escoltara.

—Supe que Sir Magrita estuvo algo enfermo. —dijo una de las muchachas hacia la princesa. — Quería desearle salud, pero veo que no se encuentra.

—Sir Elian se encuentra en un chequeo con los magos, espero aún que se nos pueda unir. —Athanasia le sonrió a la chica y luego agarro uno de los pasteles, con tranquilidad. —

—¿No se ha sentido incomoda, princesa?. —preguntó esta vez Helena, con un dejó de preocupación. —Tener derrepente a alguien extraño en su hogar...

—Enrealidad no, Sir Elian es agradable y tiene siempre muchos temas de que hablar, nunca lo he visto usar joyas si no es porque amerita que las use.

—Se escucha como alguien agradable. —dijo otra de las muchachas, girandose luego a ver a la hermana del mencionado, quien tenía puesta una mala mirada. — ¿Su hermano siempre a sido así, Lady Magrita?

Zenith sonrió hacia a su interior y fingió una expresión de sorpresa. Era su momento

—Oh no, mi hermano era bastante diferente a cuando vivía con nosotros. El no me quería para nada... —empezó a hablar con calumnias hacia el pequeño rubio, mientras que Athanasia la miraba extrañada. —

Quizás conociera al niño desde hace poco, pero podía decir claramente que Elian no era una mala persona, que era bastante amable e inteligente. Y muchas veces lo había escuchado decir, cuando amaba a su hermana mayor.


Giro su rostro, para ver a Félix, esperando que lo ayudara, pero al hacer esto, noto cómo el mago pelinegro venía con el concubinas a su lado, ayudándole a caminar.
Hablaban tranquilamente, sobre quien sabe que.
Agradecía que Elian se hubiera recuperado rápido, pero sabía que el en su interior tenía un conflicto y que no le podían ayudar.

Cuando llegaron a su lado, ambos hicieron una reverencia hacia el y saludaron amablemente a todas las señoritas.

Elian sonrió, y miró con felicidad a su hermana, esperando el que ella pudiera hablarle, como solían hacerlo.
Pero en cambio sólo recibió cinco miradas completas de repulsión, que hicieron que algo en su interior doliera.

—Sir Magrita ¿no cree descortés interrumpir una reunión a la que nue invitado?. —le dijo fríamente una de las chicas, quien sólo agarro la mano de Zenith, como si la fuera a proteger. —¿Te crees mostrar la cara ante la hermana que despreciaste?

—¿Q-qué?. —preguntó confundido, llevando su vista desde su hermana a las otras joven citas, mientras que Lucas lo ponía en su espalda. —

—¿Y usted quien se cree que es para hablarle así, a Sir Magrita?

La muchacha iba a volver a reclamar, pero fue la princesa quien interrumpió primero.

—Señoritas, yo sí he invitado al joven Magrita, personalmente. —dijo, levantándose para poder estar cerca del rubio. — Si seguirán calumnia do a alguien, sin pruebas o sin escuchar su parte, les pediré que se reti-....

—¿Que está pasando aquí?. —todas las féminas se giraron a ver al emperador, y cada una lo saludo como era debido. —

Zenith miró con sus ojos brillantes al emperador, entusiasmada por verlo cerca solamente por ella.
Pero al ver que se acercaba a su hermano y le miraba el rostro, no dudo en alzar la voz.

—¡Tengo algo que decirle, su majestad!

Elian y Athanasia se tensaron en su lugar. Lucas agarro a su princesa, del brazo y Claude se giro a ver a la castaña, con el ceño fruncido, aun sin soltar al pequeño frente a él.

—¡Soy su hija!

Se quito el anillo, dejando ver las gemas en sus ojos, las otras muchachas, cayeron inconsciente, gracias a los poderes del mago pelinegro.
Elian abrió lo ojos y escondio su mano, donde permanecía su anillo.

Zenith, sonrió, impaciente. Esperando que le diera la gran bienvenida y la aceptará.

Claude en cambio. Se le quedó mirando unos segundos, sorprendido, ¿acaso alguna vez embriagado tocó a esa Perra? ¿O es que era hija del bastado de su hermano?. Otra cosa vino a su mente.

Su pequeña luna parecía apuntó de desplomarse frente a él,tenia entendido que estos eran mellizos, aun cuando eran bastante diferentes.

No dudo y en vez de tomarle atención a la castaña, tomó con brusquedad la mano del niño, quitándole el anillo, logrando así ver, el par de esmeraldas en sus ojos.

Elian otra vez lo había engañado.  Empezaba a ver el parecido con su madre.

—Félix, escolta a Lady Magrita hasta el Jade.

Dijo, antes de empezar a tirar al niño con fuerza.

Athanasia quedó perpleja, y se dejó caer en los brazos de Lucas.

El mago miró mal a la castaña quien mantenía una sonrisa al ver que iba a ser llevada a un palacio.

Y Elian estaba aterrado por lo que iba a suceder.

Mírame, Claude. [Princesa encantadora] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora