El Santo

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La orquesta sonó de golpe, todos guardaron silencio.

La emoción lleno el lugar.

Y la alfombra blanca se abrió por todo el pasillo.

Elian apareció por uno de los costados, detrás de un arbusto, parándose en el centro, con la cabeza cubierta, por lo que nadie podía apreciar le correctamente.

Los pequeños cascabeles de sus ropas sonaron mientras caminaba, como el único sonido del lugar. Su cuerpo fue rodeado de un aura dorada, mientras caminaba, notándose aún a esas horas, donde el atardecer se apreciaba por los montes de Crimm.

La voz del hombre cantando, quedaba perfecta con la situación. Grande blancas crecieron, hasta crear un gran arco, lleno de flores blancas de todo tipo. Figuras parecieron bailar en el aire, como si fueran hadas. Todos sintieron la paz en sus corazones, como si todos sus temores se fueran.

Al llegar al altar, se arrodilló dejando su cabeza gacha.

Alysh llevaba la ceremonia, tenía una pequeña cruz en su mano, que pronto levito,brillando, alzándose sobre las cabezas de todos, al mismo tiempo los ojos de la mujer brillaron de un color blanco y una voz no binaria, notablemente anciana, como si llevara miles de años, habló por la boca de la elfina.

—He aquí, la presencia de mi hijo perdido, quien sellado por años a vuelto para liderar las tierras santas que os he dado ante mi ida. —dijo aquella voz, haciendo que la mayoría abriera la boca. —Ya no nesecita reís creer en mitos ni en mis bendecidas de otros reinos. Pues el alma más salta y pura que encontré is ha vuelto, para guiarlos. Levántate, Elian Solum, mi hijo.

En la multitud, un hombre de cabellos negros frunció el ceño ante las palabras de quien fuera el que hablaba, el había puesto la semilla ¿que le pasaba?

En cambio, Elian se levantó, quitándose lentamente la capucha, y dejando que la suave brisa del ocaso agitar a sus, actuales, largos cabellos dorados. Que parecían los mismos rayos de sol, danzando.

—Tu, mi elegido, ¿prometes y juras bajo mi nombre y el tuyo, que guiará, gobernará y predicaras al gran imperio de Beati?

—Yo, Elian, juro, por mi vida, dignidad, poder, alma y fe, que gobernar justamente el pueblo santo, que encaminar la fe por todo el mundo y que igual que mis anteriores vidas, luchare para proteger a mis aliados y mantener la paz en ellos.
Pará qué aquellos desamparados tengan a alguien en quien confiar, y en aquellas solitarias noches nada les falte.

Pará algunos, aquellas palabras podían valer poco, es decir, eran las mismas palabras que cualquiera podría decir para ascender al poder.

Pero aquellos que conocian al muchacho podían decir otras cosas, todos con diferentes perspectivas.

Kiel, podía decir que el chico buscaba que nadie sufriera como el lo había hecho, veía la sinceridad y consuelo hacia sí mismo salir de la boca de su primo.

Alysh, o su conciencia, podía ver la seguridad que el muchacho había logrado juntar en el pasar de esos meses, que ya no era el pequeño y débil muchacho amante del emperador, ahora era alguien con valor y autoestima.

Noah, por otra parte, podía sentir la melancolía en el muchacho, podía notar el como parecía querer llorar, al dejar su pasado atrás.

Por último teníamos a dos adultos, mientras que Roger, podía sentir el indirecto ataque hacia su persona, Anastacius sentía la sabiduría que el muchacho estaba demostrando a poca edad.

—Con tus votos dichos, por el poder que los primordiales me han dado, yo te los otorgó a ti, y te declaró Elian Solum de Beati, emperador de Beati, nuestro santo... ¡Salve Elian Solum de Beati, el rey de la luz, quien iluminará el imperio!

Mírame, Claude. [Princesa encantadora] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora