El Cariño Del Emperador

3.9K 372 19
                                    


Claude miró fríamente a la castaña frente a él.

Zenith había entrado bastante alegre, luego de la desaparición de su hermano, todo había sido más fácil con su padre, por lo que podía pasar a tiempo a solas. Aunque últimamente ya no era tan seguido. Por ello el ser llamada ese día, significaba el pasar tiempo con él rubio, pero al ver su fría mirada, su sonrisa se borro y saludo con cortesía.

-Sin duda... Igual de perra que Penelope. -murmuró el rubio, tocandose con el pulgar el labio. - ¿Tienes el descaro de vestir ostentosamente, siendo la bastarda que mintió y calumnio a su hermano, usar magia negra en el emperador, y engañar a la familia real, siendo la Maldita hija del cruel y tirano emperador anterior?

Magrita, abrió la boca, y luego frunció el ceño, apretando la falda del pomposo vestido azul que llevaba.

-Eso es mentira... ¡Yo soy su hija, soy la primogénita! ¡Madre nunca lo hubiera traicionado, pa-!.-La frase quedó al aire, mientras se agarraba la garganta por falta de aire, Claude mantenía su vista helada, sobre ella, brillando por el uso de magia. -

-Yo nunca pase una noche con la puta de tu madre, ni tu ni tu hermano son hijos de Jim. -bajo del trono para verla, mientras esta se ponía azul por la falta de aire. - Te atreviste a Atentar contra mí Amante, quien cargaba a mi hijo, Atacaste contra la familia imperial, por tus propios deseos

No, eso no podía estar pasando, Elian había atentado contra su vida, el escapó, ella nunca dijo nada, porque ella siempre era la inocente, nunca hizo nada, claro que no.

La nube negra a su alrededor incremento mientras intentaba respirar. Ella era una santa, no hizo nada malo solo defender a su familia cuando su hermano intentó quemarla.

Claude la dejó respirar, mirando como esta sonreía de manera maniática.

Zenith no estaba cuerda.

-Hasta que no encontremos a Sir Magrita, estarás confinada en la mansión Alfierce. -se dio vuelta, y miró a los guardias. -Llevensela y saquen todas sus pertenencias, con las que llegó del palacio. Quemen todo el resto

-¡Padre, no puedes hacerme esto, soy tu hija!. -Chillo, patalenado mientras se la llevaban. -

Los gritos se escucharon hasta que las puertas se cerraron con un estruendo. Claude se agarro la cabeza y se dejó caer en el trono, cerrando los ojos.

-primera parte, completa. -murmuró. -Ahora sólo falta encontrar a Elian

De golpe la idea del mensaje del anillo volvió a su cabeza, recordaba el nombre de Iben, sabía que era alguien de la historia, y que era la vida pasada de Elian, pero no recordaba de que lugar.

Se mordió el labio y se levantó, debía recordar pronto quien había sido Iben. Sabía que era la pista para encontrar nuevamente a su Luna.


---

-Elian ¿Quieres calmarte?

Habló Alysh, mirando al adolescente de figura curvilinea, que no paraba de murmurar cosas mientras le ponían su traje.

El muchacho se encontraba nervioso, ese día por fin sería coronado como el emperador de Beati, y por si fuera poco, su tío estaría presente y esperaba no le reconociera.

Llevaba de primera capa una camisa, sin mangas y cuello de tortuga blanca con poder dorados, con una apertura de rombo en la parte de su clavícula, donde caía un collar en forma de estrella. Hacia abajo llevaba un estilo de pantalón corto, que llegaba a medio muslo y tenía un cinturón debajo de este, dejando ver casi toda su pierna, mientras que la otra era tapada por un estilo de falda, hasta su pie, era de tiro alto, por lo que la camisa quedaba dentro de este, la faja dorada tenía pequeñas gemas callendo como gotas. Luego de ello, llevaba una túnica, toda del mismo color, con detalles de hilos de horno, que formaban líneas y trazos, esta le llegaba a los tobillos. Iba descalzo y sus pies eran adornados por joyas que iban desde sus dedos hasta sus tobillos y luego subían, viéndose todos los detalles por la pierna descubierta.

Sus cabellos, estaban largos, a la altura de la cadera, debido a la magia que la sirvienta había usado. Eran lacios y hacían que su figura y rostro se vieran más delicados y afeminados, más puros que nunca. Estaban peinados con pequeñas trenzas,, y adornados con una Diadema que iba desde su nuca hacia arriba, con forma de flores y plantas, todo hecho de preciosas joyas y metales. Sus orejas presentaban varios aretes delicados y que si bien no se notaban le daban su toque especial.

Estaba delicadamente maquillado y estaban terminando de poner la capa que cubría su cabeza, hasta que le pudieran la corona, habían tapado su boca con un pequeño velo semi transparente, para que los invitados no pudieran reconocerlo tan fácilmente.

Vieras por dónde lo vieras el muchacho era hermoso.

-¿Como debería relajarme si en unos instantes seré coronado oficialmente?. -dijo, mirando a la mujer, quien llevaba un bello vestido celeste, que resaltaba su figura y sus cabellos blancos tomados. Terminando en la túnica oficial como su segunda al mando. -¿Y si lo hago todo mal?

-No lo harás, eres bueno en todo lo que haces, y nos haz demostrado que aunque pueden haber mil dificultades, hay que saber seguir subiendo. -le sonrió al muchacho y solo se le acercó para besarle la frente. - Eres un ejemplo a seguir Elian.

El muchacho sonrió un poco y Movió sus manos nervioso, haciendo reír a ambas sirvientas quienes, adoraban trabajar para el chico.

-Confiamos en usted, Santidad. -Dijo una de ellas, riendo y moviendo sus alas de manera rápida. -Será el mejor ¡Confíe más!

-¡Ahora vaya y demuestre le a todos los idiotas que lo menospreciar on que está bien bueno y es el puto amo!. -dijo la otra aplaudiendo rápidamente, causando las risas del muchacho y que la mayor de todos las regañara. -

-Estos chicos... -murmuró Alysh, agarrándose la frente. -Será mejor que nos vayamos

Elian Asintió y solo se despidió con la mano, saliendo de la habitación junto a la mujer.

Cerro por un instante los ojos, miles de personas estaban fuera del palacio esperándolo. Ese día, dejaría de ser alguien sin poder ni gracia.

Pensó un poco en todas las situaciones que había sufrido y pasado en esos quince años, y solo sonrio un poco.
No se arrepentía de haber estudiado tanto, ni de ser maltratado, tampoco se arrepentía de haberse enamorado y dado a luz al hijo de un hombre que le doblaba la edad. No, de hecho, agradecía tener a su pequeño Luka, lo amaba, incluso en esos momentos, estaba deseando ir más rápido para poder cargarlo, pero sabía que estaba bien, debido a que era Noah quien cuidaría de él durante la ceremonia.

Quizás le dolía recordar como al final el emperador lo desprecio, pero no había mucho que pudiera hacer, después de todo, parecía que el destino y sus caminos nunca debieron cruzarse.

Suspiro nuevamente, y miró las puertas, había llegado el momento, por fin, dejaría atrás a Elian Magrita.

Ese día un nuevo él nacería.





Mírame, Claude. [Princesa encantadora] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora