Prólogo

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Editado: 03/02/2021

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Sentía que su pecho quemaba, sus cortas piernas corrían a toda velocidad, o al menos la velocidad que le permita la temprana edad de siete años

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Sentía que su pecho quemaba, sus cortas piernas corrían a toda velocidad, o al menos la velocidad que le permita la temprana edad de siete años

Se había acostumbrado a tener que vagar por las calles, mendigar por comida o tener que recolectar las sobras de pedazos de frutas que desechaba la gente o los comerciantes, había aprendido a lidiar con el frio y calentarse con las pocas prendas que llevaba encima. Y sobre todo aprendió a mostrar una sonrisa y modales a pesar de su situación. 

Pero a lo que jamás lograría acostumbrarse era a los perros. 

No importa que tan grande o pequeños fueran, su corazón empezaba a palpitar a mil por hora, sus manos sudaban, su piel se ponía mas pálida, se quedaba quieto como una estatua y después corría como si se tratara de una carrera.

 Justo como sucedía en ese momento. 

Estaba caminando por las calles de LanLing, (o al menos eso era lo que le había dicho un comerciante luego de robarle las sobras de su puesto), cuando se detuvo en una pila de basura con restos de frutas y verduras. Para cualquiera de las personas que caminara por allí  simplemente con verla les daba asco siquiera dirigirle una mirada a las cáscaras en proceso de descomposición, pero para Wei Ying era la única manera de alimentarse. 

Estaba concentrado en buscar alguna fruta que no tuviera un aspecto tan deplorable, no notó cuando un perro de color negro se había acercado, era apenas un cachorro que al ver a un niño, se acerco con la intención de jugar, pero no contaba que con el primer ladrido que soltara el pequeño infante quedara paralizado a mitad de tomar un trozo de sandía fresca. Wei Ying giro lentamente su cabeza, y al ver al canino sacando su lengua y mostrando sus afilados colmillos, no dudo ni un segundo en salir corriendo mientras era perseguido por el cachorro, que al no ser consiente del terrible miedo del pequeño, lo tomo como una señal para jugar. 

Wei Ying no tenía la voz para gritar por ayuda, solo sabia que tenia que escapar de ese perro. Su mente solo podía pensar que esa terrible bestia quería atacarlo como lo habían hecho varios de su especie antes. 

No, no quería sentir de nuevo los colmillos enterrados en alguna parte de cuerpo. 

Siguió corriendo cuando a unos metros de el, pudo divisar a una Doncella de vestiduras amarillas.  

—¡AYUDA! — Con un poco de dificultad logro gritar. Corrió para esconderse detrás de sus faldas. 

Está, un poco confundida, miro en dirección al niño, quien se aferraba a su túnica mientras temblaba, luego miro al perro que había quedado frente a ella, pero tenía sus ojos fijos en el pequeño.  No sabia exactamente que pasaba, pero lo que si sabia era que aquel niño no era amante de los perros. 

—Largo, vete de aquí— movió una de sus manos hacia el perro ahuyentándolo, al ver que el perro se había alejado tomo las pequeñas manos aferradas a su falda para agacharse a la altura del infante. — Esta bien, ya se fue, puedes abrir tus ojos— acaricio las pequeñas manos para darle confianza. 

Wei Ying abrió sus ojos lentamente, su cuerpo se relajo cuando vio que el canino se había alejado—Muchas gracias, joven doncella— miro los orbes cafés que lo miraban con dulzura, ella río al ser llamada así. 

—No hay que agradecer— miro los pequeños ojos grises, después miro las ropas desgastadas, estaban bastantes sucias y tenían agujeros por todos lados, la piel sucia del pequeño la cual en algunas partes tenía pequeños hematomas, sus piernas tenían unos cuantos raspones y sus pies estaban descalzos y sucios, sus piernas eran tan delgadas que la piel se aferraba a los delgados huesos.  ¿era esa la vida para un niño?  —¿Tu nombre? —

Wei Ying Sonrió —Me llamo A-Ying, y ¿Usted?— ladeo su cabeza a un lado de manera curiosa, recordaba la voz de su madre llamarle así.  

—Soy Jin Jia Li , pero todos me conocen por Madame Jin — sonrió divertida al ver la cara llena de sorpresa del menor. 

—¿Us-Usted es Madame Jin?— ella asintió—¡Es hermosa! Gracias y disculpe lo que sucedió—

 Dio unos cuantos pasos para tratar de alejarse, pero Madame Jin  sujeto fuertemente sus manos mientras negaba.

—No te preocupes, pero dime, ¿Qué haces en las calles tu solo? ¿Por que estas así? ¿Tus padres?. 

Miro como la cara del niño perdía color y detonaba tristeza, le sonrió, pero era una sonrisa triste. 

—Mis padres fallecieron en una cacería nocturna, ellos me salvaron, he estado solo desde entonces — bajo la mirada para después sonreírle— ¡Pero yo se que ellos aun me cuidan! Mi madre dijo que no importaba donde se encontrara, siempre iba a cuidarme, aunque estuviera a distancia— 

Madame Jin sintió una punzada de tristeza, era una lastima lo que le paso, no podía imaginar el dolor que sintió o siente al perder a sus padres. Le sonrió con algo de nostalgia. No podia ir dejar al niño,  no cuando estaba en esas condiciones, el clima no era el más cálido esos días, y podía verlo en el cuerpo tembloroso y la piel con puntos. Sobre todo, siendo ella madre y hubiera tenido el lugar de los padres de este adorable infante, le hubiera gustado que alguien le extendiera la mano en ayuda a su hijo. 

Soltó una de sus manos para acariciar una de las mejillas algo hundidas — ¿Has comido algo?— Wei Ying negó, ella dio una ultima caricia para levantarse. 

Su corazón le dijo que debía hacer. 

Lo tomo en brazos y él niño la miro confundido— Vendrás conmigo— Wei Ying agrando sus ojos ante la sorpresa y negó con su cabecita rápidamente, apunto de decir una palabra, Madame Jin hablo— Y no acepto negativas — comenzó a caminar. 

Wei Ying solo pudo asentir y aferrarse al cuello de aquella mujer amable que lo había salvado del perro. 


Lo había salvado. 


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Black PeonyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora