Wei Ying de cortesía Wuxian, discípulo de la secta LanLingJin.
Después de perder a sus padres, una bella dama de túnicas doradas lo acoge después de ayudarlo de las garras de un can, llevándolo a su secta termina por forjar una hermandad con su hi...
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— Entonces, Lan WangJi y tú ¿Son... Algo? — Jin Zixuan pregunto dando otra vuelta al cuarto.
Wei Ying bufo divertido — Aún no somos nada, solo confesamos lo que sentimos —
Jin Zixuan se detuvo — Tengo que avisarle a nuestros padres —
Wei Ying se levantó de la cama de un salto —No, no, ¿Para que lo harías? —
Jin Zixuan lo miro incrédulo —Lan WangJi dijo que quiere estar contigo, supongo que va a querer cortejarte ¿No?, más le vale que sea así — murmuro lo último para sí mismo.
Wei Ying lo miro ofendido —¿Y que te hace pensar que el me va a cortejar a mi? ¿Y si lo hago yo? —
Jin Zixuan lo miro de arriba abajo — A-Ying, tienes más pinta de ser... el de abajo, que Lan WangJi —
Wei Ying chasqueo la lengua —¿Eso importa? Jiang YanLi es mujer y ella fue la que te cortejo, no tiene nada que ver — lo miro burlón.
Jin Zixuan rodó lo ojos —Independientemente de quién corteje a quien, tengo que avisar a nuestros padres —
Wei Ying se sentó de nuevo en la cama soltando un suspiro de derrota — Si a nuestro padre le da una desviación de Qi, será tu culpa — advirtió.
Jin Zixuan tomo asiento en el escritorio —Estara bien. — Aseguro comenzando a narrar la carta.
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—¡¿QUE A-YING QUE?! — Jin GuangShan se dejó caer con fuerza en la cama mientras abanicaba su rostro.
Jin Jia Li rodó los ojos — Presta atención que no lo repetiré de nuevo , A-Ying y el Segundo Jade de Lan se confesaron y están en camino de tener una relación. —
El rostro de Jin GuangShan palideció. —A-Ying, oh, A-Ying, ¡El diabólico hijo de Lan ShenYu nos quiere robar a nuestro hijo! —
Madame Jin masajeo su frente — Jin GuangShan ¡Nadie es diabólico y nadie se va a robar A-Ying! —
Jin GuangShan se paró de golpe ignorando lo dicho por su esposa — ¡Iremos a GusuLan! — y tan rápido como termino salió disparado oredenando a diestra y siniestra a los sirvientes para que empacaran lo necesario.
Madame Jin se quedó pasmada y dió un pisotón — ¡Esos dos van a volverme loca! — Miro la carta en sus manos — Oh A-Ying, perdón por no controlar al idiota de tu padre — salió del cuarto para asegurarse que su esposo no empacara armas.
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