En cuanto sonó el despertador, lo apagué al instante. Mientras me estiraba perezosamente, reparé en que hoy era mi primer día de clase y sería el chico nuevo, el que tendría que dar una buena impresión. Pero sabía, muy en el fondo, que las cosas no saldrían como yo esperaba.
Salí de la cama para ir en dirección al baño, mientras el aroma de algo ーquizá tostadasー me provocaba ruidos en mi estómago para darme prisa en llegar hasta allá. Tenía un hambre atroz.
Me encerré en el baño, tiré mi ropa en el cesto de la ropa sucia y me observé en el espejo frente al lavamanos. No era guapo, tampoco era atractivo. Era normal. Comparado con la gente de este lugar, posiblemente tuviera el mismo efecto que un cartel de neón sobre una callejuela ensombrecida y de muy mala pinta.
Pero esto en el mal sentido, obviamente.
Anoche vi, desde la ventana, el perfil usual que había en este pueblo: La gente era rubia ceniza y mayoritariamente con el cabello liso, su piel era pálida como el mármol y los cuerpo eran variados; las chicas se veían delgadas y los chicos de mi edad hinchados. No gordos, sino corpulentos.
¿Qué comía esta gente para estar así?
Mi reflejo mostraba a un chico de cabello castaño, alborotado, con los ojos verdes y cansados. Ausentes, incluso. La piel clara no se acercaba siquiera a la común palidez de los demás en este lugar y mi cuerpo no era gordo ni atlético, sólo estaba en un intermedio entre standar y delgado.
James siempre insistió en que hiciera deporte, pero ninguno me llamaba verdaderamente la atención. De hecho mi coordinación era horrorosa, tanto que podía dañar a alguien; y no exageraba siempre que lo confesaba. Era horrible ser tan torpe en algo tan sencillo como, por ejemplo, patear una pelota. Con mi maldita coordinación, no sólo era posible que fallara sino que además me cayera de espaldas.
Si este pueblo pequeño era de esos que los chismorreos recorrían las casas como la pólvora, estaba casi seguro de la imagen que tendrían los demás de mí: Seguramente me imaginarían bronceado por provenir de un lugar cálido; de una gran altura; con un cuerpo más o menos atlético (por tener cerca una playa, porque muchos creían que la gente cercana a la playa nadaba diariamente. O eso me dijeron una vez); los ojos azules; el cabello corto y un aspecto bastante cool o modernizado.
Estaba lejos de esas fantasías, las cuales no podía corroborar si eran realmente ciertas.
¿A quién intentaba engañar con estas cosas? No iba a encajar, no iba a provocar una buena imagen porque... bueno, sólo había que mirarme. Era un cartel de neón que gritaría algo como « ¡Ey, soy nuevo. Miradme! »
Patético.
Ahora mismo parecía idiota alzando los brazos, como si alguien pudiera ver el ridículo que estaba haciendo junto a mi reflejo. Pero era una realidad, desentonaba muy fácilmente porque mis interacciones sociales eran bastante escasas y mis recursos para parecer cool estaban lejos de mis posibilidades.
Sólo importaban las apariencias y las consecuencias de toda acción que realizara, así que hiciera lo que hiciera iba a estar mirado con lupa. Por lo tanto, quizá era mejor creer que todo me debía de dar igual; iba llamar la atención de todos modos.
Vi tras la pequeña ventana del baño como la niebla se levantaba y ocultaba el cielo encapotado. Dudé que lloviera realmente, pero la sensación que sentía ahora mismo era similar a la claustrofobia: Me percibía dentro de una jaula de nubes, lluvia, frío y duda. Una cávea sin que yo pudiera abrirla cuando quisiera y volar lejos de este lugar mientras mi cuerpo se transformaba en una gaviota.
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𝕹 o c t i s [1]
Người sói【Libro I completo】 Elijah Zahara es un adolescente que se muda a Whitby con su padre, el cual lleva años sin saber nada de él e intentará limar asperezas con su hijo. Sin embargo, nadie dice que la adolescencia sea la mejor etapa de la vida donde re...