Aire.
Necesitaba salir de ese lugar pestilente que me asfixiaba por cada minuto que pasaba en su interior, similar a cuando los gases de un volcán que se volvían a dormir te impedían seguir el camino con nitidez, al mismo tiempo que te robaba el oxígeno. Así me sentía en ese momento, porque por mucho que huyera, parecía que nunca llegaba a la salida. Una pasaje infinito.
Mis ojos estaban empañados de lágrimas, y mi visión se apreciaba distorsionada además de arder; la luz al final del recorrido nunca parecía acercarse. Se alejaba lentamente sin importar mi imperiosa petición de dejarme marchar, de huir para sanar mis propias heridas. No me lo permitió, no cumplió mi deseo. Me mantuvo cautivo en un bucle que potenciaba mi ansiedad, dejándome en un estado lamentable aunque ninguno de los presentes reparara del todo en mí.
Algunas personas me observaban sentadas en sus lugares con diferentes expresiones. Estupefacción, confusión, riéndose, con asco, con miedo... Una variedad pequeña pero repetitiva, aunque suficiente para presionar mis ganas de huir de este lugar infestado de malicia, depravación y desenfreno. Quizás no hubiera estado muy equivocado cuando pensé que esto era como vivir en el propio infierno, sentir los deseos culposos de los presentes omitiendo mis razones.
Pensaba que este lugar no era tan grande, tan extenso. Dejé de ir en línea recta y empecé a ir de un lado a otro, cruzándome con personas de todo tipo: algunas seguían en su burbuja mientras se enfrascaban en acciones físicas, otras dormían o estaban inconscientes sobre las paredes o tumbadas en el suelo; pude ver como otros bebían cantidades exageradas de alcohol o mostraban un atontamiento, posiblemente, debido a lo que fumaban. No todo era marihuana, sino otras hierbas que yo desconocía su identidad.
El humo se expandía por todo el lugar y los olores me estaban dando ganas de vomitar.
Miré atrás, sólo esta vez me permití hacerlo, y para mi decepción no vi nada más allá de lo que ya había visionado con anterioridad. Ulick no me estaba siguiendo, ni siquiera me estaba llamando. El flashback del momento en el que volvía a la zona de descanso martilleó mis roturas, invitándolas a abrirse cada vez más, tentándome a expulsar hacia fuera algo más que sangre y lágrimas.
Dejar de ser humano y transformarme en una bestia que huía hasta fundirse con la oscuridad, ese era el deseo; el pálpito. Mas no ocurrió.
Un giro. Luego otro giro, un salto sobre una persona dormida en el suelo, y antes de que mis pies pudieran tocar la superficie sucia y polvorienta, alguien me agarró por el aire para llevarme contra su cuerpo. Un cuerpo cálido y sin una camisa puesta, ocultando mi cara e imposibilitando mirar por culpa de una mano que tapaba mi campo de visión. Era capaz de reconocer ese calor y su olor, un olor mentolado que ahora mismo estaba mezclado con otros aromas desconocidos. No tenía ni idea de por qué podía reconocer más de un aroma.
—No mires —dijo la voz masculina, la cual sonaba un poco distorsionada.
Quería llorar, golpearle, morderle, gritarle, alejarme de su lado y ver hacia donde me llevaba. Un trozo de tela me golpeó en la nuca y, poco después, mis sentidos dejaron de intensificarse. Era como si la señal de algo que iba directa a mí había sido alejada de mi alcance, impidiéndole multiplicar mis emociones hasta desbordarlas.
No estaba tranquilo, mas las intensas sensaciones se fueron disipándose como una alarma que iba perdiendo fuerza.
Cuando la mano fue apartada de mi cara pude ver por el rabillo del ojo a Patty dormida dentro de un saco de dormir; tenía el rostro pálido y cansado, como si se encontrara mal. Estaba vestida, o al menos eso era lo que pude ver a simple vista. Después me aparté lentamente de la persona y pude ver a Ulick con una sonrisa boba.
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𝕹 o c t i s [1]
Werewolf【Libro I completo】 Elijah Zahara es un adolescente que se muda a Whitby con su padre, el cual lleva años sin saber nada de él e intentará limar asperezas con su hijo. Sin embargo, nadie dice que la adolescencia sea la mejor etapa de la vida donde re...