Capítulo 38. 𝙻𝚊 𝚌𝚊𝚛𝚛𝚎𝚛𝚊

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Lo que tenía frente a mis ojos fue una rotura en mi propia comprensión humana. La lógica en este instante no tenía ningún sentido; ver estupefacto que el cuerpo de Ulick cambiaba frente a mis ojos fue un espectáculo, una presentación de la naturaleza que destrozaría a la biología como la entendíamos hoy en día.

La velocidad de la transformación fue tan rápida como un pestañeo, pero lo había observado con tal fascinación que mi cerebro recreó en mi mente el cambio a una velocidad ridículamente lenta. Observé como la mitad de su rostro se agrandaba y luego se adelantaba hacia el frente. El hueso cigomático, la mandíbula, el maxilar y el vomer se alargaron dotándolo con el aspecto lobuno que tanto creí ver algún día, aunque no de esta forma.

Su cuerpo también cambió. Creció por lo menos treinta o cuarenta centímetros más, superando fácilmente los dos metros de altura. Todo su tórax se ensanchó y tanto sus brazos como sus piernas adoptaron una longitud superior a la humana, además de su anchura. En suma, todo su cuerpo se agrandó y ensanchó. Lo más curioso fue cuando vi todo su cuerpo cubierto de un hermoso pelaje azabache, el manto oscuro lo cubrió por completo salvo la cara, dejando ver perfectamente que su tono moreno natural dio paso a un café brillante.

Sobre su cabeza dos alargadas y picudas orejas resurgieron de la nada cuando las humanas desaparecieron por el pelo negro. No había ningún aspecto humano en él, salvo los ojos. Dos orbes de mediano tamaño era lo único que reconocía de antes de su metamorfosis, podría reconocerlo entre cientos de ojos. Eran dos luciérnagas que brillaban con una intensidad que me observaban desde arriba con devoción. Poco después dejó el último rasgo corporal de humanidad.

Lejos de tener miedo ante el cambio ilógico de todo su ser, lo que sentía en ese momento fue una estupefacción irracional. Jamás me imaginé que su aspecto era parecido al que mostraban muchos videojuegos de criaturas sobrenaturales, se alejaba mucho en ciertos detalles como su aspecto sucio y salvaje. Ulick era majestuoso tanto en su forma humana como en su forma licántropa. Era fascinante verle en ese aspecto.

—Cierra los ojos —dijo con voz profunda y ligeramente rasposa.

No podía hacerlo. ¿Estaba en estado de shock? Posiblemente así era, porque seguía sin poder creerme que lo que tenía delante de mis narices era la identidad de Ulick, la bestia montaraz que ocultaba bajo la piel morena, las bromas, las sonrisas amorosas y sus juegos de tira y afloja cuando necesitaba más de mí. 

—Creo que no puedo —susurré en un hilo de voz. Lo dije en tal volumen que dudaba que hubiera sido posible que me escuchara, fue un arrullo demasiado silencioso.

Ulick puso los ojos en blanco por un momento y me volvió a insistir, aunque esta vez con una mirada intensa. No pude contener una sonrisa nerviosa, y aunque me gustaría comprobar la suavidad de su pelaje, preferí dejarlo para otro momento. Me limité, esta vez, a obedecerlo y cerrar los ojos con algo de dificultad.

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Ulick corrió con una rapidez que me hubiera mareado en el caso de haber tenido los ojos abiertos. Sentí que el viento se mezclaba con el agua de la lluvia y la combinación se adhería por todo mi cuerpo, humedeciendo mi ropa. Tenía que correr a una velocidad vertiginosa, porque en cuanto me di cuenta ya nos detuvimos en algún lugar donde la lluvia había desaparecido por completo. 

—Ya puedes abrir los ojos —me susurró Ulick en el oído con suavidad. Su voz, ahora humana, la había sentido como una caricia sobre mi piel y la mano acariciándome el pelo no hizo más que provocarme un cosquilleo en el pecho.

Cuando abrí los ojos volvía a ver al Ulick humano que tantas veces había visto tanto en el instituto como en muchos de mis días. Me estaba sonriendo de oreja a oreja, orgulloso de haber hecho lo que hizo hasta no hacía más diez minutos a lo sumo. Me ayudó a recolocarme y sentí el cuerpo atontado, provocando que mis piernas flaquearan y cayera despatarrado en el suelo como una muñeca de trapo.

𝕹 o c t i s  [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora