Capítulo 26. 𝙿𝚕𝚊𝚗 𝚜𝚘𝚛𝚙𝚛𝚎𝚜𝚊

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Aunque hubieran pasado unas pocas horas hasta que el Sol finalmente estuviera en el cielo, lo único que volvió a despertarme fueron las caricias de Ulick que estaba de rodillas, flanqueando mi cama. Abrí un ojo con pesadez para asegurarme que él no formaba parte de un sueño. 

 —Buenos días, bello durmiente  —dijo con su común sonrisa aperlada, la cual ya estaba adoptando como una cualidad perfecta—, ¿ya estás mejor?

Asentí, abriendo el segundo ojo.

—¿Cómo puedes estar vestido, si tiré tu ropa a lavar?

—Le pedí a Gwil que me trajera ropa y me la dejara en la ventana —respondió.

Entrecerré los ojos y lo analicé con lentitud. Sólo podía ver que llevaba una camiseta interior blanca y una camisa abierta de cuadros rojo y negros. Se había hecho el pelo, y aun así seguía viéndose rebelde ante el intento de domesticarlo, igual que su portador.

—¡Mierda, Eddy! —abrí los ojos de par en par, levantándome de la cama. Sin embargo Ulick puso una mano sobre mi pierna.

—Ya se ha ido a pescar —dijo para tranquilizarme—. Hemos estado hablando un rato mientras estabas durmiendo, y la verdad es que tu padre infunde un poco de respeto.

—¿Eddy? —respondí con escepticismo —, yo no lo vería de ese modo precisamente...

Su rostro se ensombreció durante unos segundos, como si intentara decirme algo, pero no tardó en cambiar su faz para mostrarse amable. Intenté no reparar en ese cambio.

—Venga, a vestirse y desayunamos juntos. Hoy tenemos plan de pareja.

Aún con los ojos abiertos me sonrojé con las última palabra, preguntándome lo que quería decir con eso. ¿Cómo qué pareja? ¿Ya habíamos formalizado algo? ¿Habíamos cerrado el candado? No, no podía recordarlo, así que tuve que atribuirlo a una de sus bromas utilizadas con picardía para mostrarme avergonzado y tímido.

Ulick me dio un leve beso en los labios antes de desaparecer, dando zancadas por la puerta y dirigirse posiblemente a la cocina. Yo me estiré en la cama perezosamente y después miré hacia la ventana. El día era maravilloso, brillante y luminoso. Hoy era sábado, así que el plan de irme solo hacia la montaña había cambiado en cierta manera.

Con Ulick bien de estado, y mostrándose mucho más cercano de lo inusual, divagué sobre si sería buena idea cambiar el plan de hoy. Dudaba entre si debía de mantenerlo, pero contándole como un equipaje extra o, por el contrario, hacer otra cosa entre ambos. Posiblemente podríamos pasear por el bosque, conducir hasta la playa, tomar algo en alguna cafetería agradable y lejana lejos de los ojos curiosos... Estaba en duda.

Negué con la cabeza. Decidí saltar de la cama con rapidez, mostrando cierto nerviosismo para vestirme; y aunque elegí la ropa sin fijarme en el tipo que elegí, no quise darle demasiadas vueltas. Forcejeé con el jersey color rojo granate hasta colocarlo perfectamente a una buena altura de los vaqueros negro. Por curiosidad me asomé a la ventana y verifiqué que el coche de Eddy no estaba, mas sí el mío en perfecto estado. Una fina capa de nubes algodonadas estaban en el cielo, y por un segundo pedí que hoy no fuera otro maldito día lluvioso.

Bajé los escalones rápidamente y casi me tropecé con mis propios pies. Hubiera empezado muy mal el día si me hubiera caído por las escaleras, pero en cierta forma sabía que Ulick tenía los sentidos totalmente activados en caso de que mi torpeza quisiera robarme el protagonismo del día. Al bajar el último escalón el aroma de los huevos y el beicon me acariciaron mis fosas nasales, invitando a mi estómago a presenciarse. Unos suaves golpes dentro de mi barriga me presionaban para que fuera a la mesa y devorara el desayuno.

𝕹 o c t i s  [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora