La discusión acalorada fue sofocada cuando Ulick aceptó el devolverme a casa. Condujo de vuelta a una velocidad temeraria, pero el tiempo apremiaba y no podíamos permitirnos ningún error. El plan se iba trazando conforme volvíamos a Whitby, y aunque no paraban de haber peros y excusas de por medio, al final conseguimos hallar una idea bien hilada con el menor número de errores.
—Te metes en casa y recoges tus cosas, sin importar lo que diga Eddy. Le dirás lo que le tengas que decir, sin importar cuán dañinas sean tus palabras, cualquier invención sirve siempre y cuando lo dañes profundamente. Recoge absolutamente todo lo que tengas a mano, no dudes en ningún momento, porque cualquier duda estropeará el plan. Tienes diez minutos, ni uno más ni uno menos. ¿Me has entendido? Diez minutos que empezarán a correr en el mismo instante que salgas del coche, así que no pierdas el tiempo —dijo atropelladamente, sin darme tiempo a responderle más allá de un simple asentimiento de cabeza.
El vehículo rugía agresivamente y el velocímetro volvía a subir hasta rozar los doscientos kilómetros por hora, cosa que tendría que haberme alterado de sobremanera pero la situación era lo suficientemente crítica como para pararme en ese detalle. Todo error era decisivo: ahorraría muertes innecesarias, Eddy estaría a salvo y yo alejaría todas las miradas de él pese a su amistad con ellos. Lo que empujó a que el plan siguiera adelante fue la convicción de mis palabras al decirle que podían arrancarles la cabeza a sus enemigos naturales, los vampiros.
Pese a ello, suplicaba en mi fuero interno que las cosas no fuera de ese modo. Aunque Noah me parecía un imbécil y un engreído no merecía morir, y pese a que era culpable de todos mis problemas con Ulick a causa de su habilidad para crear ilusiones hirientes, no tenía que declararle como hombre muerto. Mucho menos si eso incluía a sus familiares, los cuales parecían que preferían que Noah errase en todos y cada uno de los momentos que intentó encandilarme con su voz.
—Ethan, las manos —masculló Ulick de mala gana, parecía poco convencido de este plan, como si pudiera ver que había algo más. Era, a mi parece, como si Iris le hubiera dicho algo que no quería contarme—. ¡Ahora!
Él me soltó de inmediato.
—Agradece que no te las haya roto —expresó, volviendo a su anterior carácter antipático. No le caía bien y él a mí tampoco, eso estaba clarísimo.
—Gracias por nada —resoplé a la vez que me sobaba las manos.
Estuvimos callados por un largo rato, casi sintiendo como la tensión entre nosotros tres era demasiado evidente. Yo pedía que los Grey no se metieran por medio, Ethan seguramente pensaba en la forma de despedazar tanto a los vampiros como a los cazadores, y Ulick sería el más abrumado de todos nosotros. Imprimirse a mí lo llevaba a sentir una sensación intensa de ansiedad, avivando las llamas que intentaba contener a como fuera lugar.
No deseaba una masacre, no ahora.
—¿Dónde pensabas esconderte? —preguntó Ulick tenso.
—En York. La ciudad está amurallada y rodeando el río Ouse, lo que hará bastante fácil esconderse si deciden entrar. Pero cuando ellos decidan seguirnos, nosotros ya nos habremos escondido entre las miles de casas.
—Qué zorro... —rio Ethan entre dientes.
—No sabemos si ahí también hay cazadores —la voz de Ulick estaba inquieta, respirar era todo un desafío o al menos así me lo pareció por su forma de tragar y, casi, escupir el aire por la boca.
—Tampoco sabemos si hay manadas que nos puedan ayudar; si les decimos que vamos de parte de Iris, a lo mejor nos echan una mano, ya que ella parece tener una buena red de contactos. Así garantizamos mi seguridad y nadie debe de morir si no se mete en nuestro camino.
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ð¹ ïœ ïœ ïœ ïœ ïœ [1]
Hombres Loboãïœïœïœïœããïœïœïœïœïœïœ ïœïœã Elijah Zahara es un adolescente que se muda a Whitby con su padre, el cual lleva años sin saber nada de él e intentará limar asperezas con su hijo. Sin embargo, nadie dice que la adolescencia sea la mejor etapa de la vida donde re...