P R E F A C I O

980 70 3
                                    

Estoy demasiado aturdido para comprender la situación en la que me encuentro en estos momentos. No estoy seguro quién me trajo a este espacio que huele a madera, aceite y humedad; además de que el polvo baila entre las pequeñas líneas de luz que pueden entrar desde afuera. Pese a ello, todo está demasiado oscuro para ver algo. 

No creo hallar respuesta a mi pregunta.

Sin embargo no tardo en saber que no me hallo únicamente yo en este lugar desconocido, donde alcanzo a escuchar a lo lejos el sonido del agua y de un barco. Y ahí está en lo más alto del recinto: Una figura desconocida se esconde entre las sombras, y lo único que se puede alcanzar a ver son dos pequeños orbes de color rojo sangre. Me está observando con total atención; sólo se me ocurre un nombre y es el suyo. El de ese idiota.

Pero hay algo que falla en mi suposición, o quizás es un detalle en el que no he reparado hasta en este mismo instante. Porque no me me está observando como un rival o como un amigo que quiere darle un susto a otro, sino como un depredador que sabe que tiene a su débil e ingenua presa arrinconada. Y en cierto modo tiene razón, porque no encuentro ninguna escapatoria.

¿Voy a morir? ¿De verdad que voy a morir llegando a este punto? Tenía muchos planes en mente, llevándolos a cabo bien acompañado. También había hecho las paces con mi yo del pasado. Enterré mi dolor, mi rencor y mi miedo a lo desconocido. Pero esto es lo que recibo a cambio de todos y cada uno de mis cambios: Esta situación tan inverosímil. 

Quizás lo merezca. He sido desagradable, mezquino y orgulloso. He hecho daño a muchas personas, he permitido que otras sufran por mi culpa y quizás nunca me perdonen por ello. Pero quizá, y solamente quizá, esto es una jugarreta del destino para darme el mayor susto de mi vida. O puede que esto sea un juicio, uno oscuro y aciago. 

Quizá viva. 

Quizá muera. 

𝕹 o c t i s  [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora