Capítulo 35. 𝙰𝚍𝚟𝚎𝚛𝚝𝚎𝚗𝚌𝚒𝚊

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El tiempo siempre pasaba volando cuando mejor me encontraba con Ulick, sus ojos miel me observaban con una mezcla de culpa y una sutil emoción por lo que acababa de decir hacía un rato en la casa de los Donovan. Antes de marcharnos de su hogar, Oliver, quiso hablar conmigo en privado, y aunque el moreno quería mantenerse pegado a mi lado, el mayor le denegó esa posibilidad con un gruñido tosco.

Cuando Oliver y yo entramos en el despacho de Iris, ella reposaba tranquilamente sobre la silla tapizada de piel sintética. Él encendió una pequeña radio para ahuyentar los oídos curiosos, la música pop de los ochenta salía a través del aparato, y cuando se alejó del objeto plastificado Iris me pidió que me acercara, utilizando una voz suave y maternal acompañado de un leve gesto con su mano.

Pese a que mis nervios estaban a flor de piel por estar alejado de Ulick, intenté mostrarme lo más tranquilo posible frente a los adultos. Iris vestía con un camisón largo de un blanco inmaculado, y su cabello largo se mostraba domado por una trenza con unas cuantas flores silvestres. Oliver esperó frente a la puerta aceptando su papel de guarda.

 —Lamento ponerte en esta situación, Elijah  —dijo con un poco de preocupación teñida a su voz—. He escuchado la historia que te explicó Ulick, pero temo decir que no es del todo correcta.

 —¿Hubo un error?  —pregunté confundido mientras me sentaba frente a ella, descansando los brazos sobre la silla de madera de pino.

 —Así es —añadió con calma—. Es cierto que nuestra familia es bendecida por cualidades muy humanas, pero los pecados sólo son invenciones transmitidas a través de los ancianos. Es decir, no existen tales pecados, y las aptitudes que se podrían interpretar como bendiciones tampoco lo son.

 —No lo entiendo.

Oliver chasqueó la lengua molesto.

 —Permíteme que te lo explique brevemente  —Iris se acomodó en su silla—. La maldición que tenemos los licántropos es única y exclusivamente la transformación durante la Luna llena. La historia de los cinco dones y las cinco maldiciones son un engaño que incluimos a los jóvenes hasta que cumplen los treinta años lobunos.

 —¿Por qué razón haríais algo así?

 —Control emocional  —añadió Oliver secamente—. En cada generación tales cosas cambian y el método, por consecuente, evoluciona consigo. 

Miré a Oliver sin comprenderlo de todos modos. Veía mal que los adultos engañaran a los jóvenes, y lo del control emocional salía de mi comprensión.

 —A lo que se refiere Oliver  —dijo Iris llamando mi atención de nuevo—, es que utilizamos esto para que aprendan a controlar su propia transformación. Abrazan un objetivo y cuando lo aceptan, con los años se mezcla con su personalidad. 

 —¿Entonces por qué le dijisteis a Ulick que tenía el pecado de la lujuria?  —respondí un poco molesto.

 Para mi sorpresa tanto Iris como Oliver sonrieron, a la vez.

 —Ulick quedó solo a muy temprana edad y Eren no era precisamente un padre muy amoroso que digamos, sino más bien era bastante frío  —el suspiro cansado de Iris me advirtió que estaba contándome algo importante, que mantuviera la boca cerrada para no romper sus enseñanzas a los jóvenes de su manada—. Se volvió muy desapegado y, conforme crecía, su carácter se volvió más rebelde hasta empujarlo a realizar acciones un tanto cuestionables.

 —Sexo, fiestas, alcohol, drogas...  —musité.

Iris miró a un lado, avergonzada. Quizás culpable.

𝕹 o c t i s  [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora