Estar contigo

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-Laia, venga va ha terminado la hora de la siesta, tienes que ir a piano.

Laia era mi hija, ella tenía solo 5 años y se parecía mucho a mi, era alta para la edad que tenía, ojos azules, piel blanquita y labios rosados, de personalidad se parecía bastante a mi, era una niña bastante intranquila pero no era muy traviesa.

Me quedé embarazada de Laia cuando solo tenía 23 años y ahora yo tenía 28, en estos cinco años mi vida dio un giro de 360 grados, creía estar muy enamorada del padre de mi hija, pero solo tenía una venda en los ojos que no me dejaba ver nada, el me juraba que me quería y se vendía como el típico hombre bueno, cariñoso y caballero pero solo era escoria, era basura, me maltrató física y psicológicamente durante años pero yo nunca me daba cuenta, no fue hasta antes de tener a mi hija cuando los abrí, gracias a mis amigos y a mi familia, ahí fue cuando le dejé claro que no se acercase ni a mi ni a mi futura hija, la niña no conoce a su padre pero ¿para qué conocer a un hombre que la estaría maltratando desde pequeña?, estuve en una relación tóxica, bastante de hecho,  volvió a aparecer en nuestras vidas hace dos años, cuando la pequeña Laia solo tenía tres años, no llego a tocarla porque estábamos en casa de mis padres y menos mal, desde ese momento no ha aparecido más.

Terminé de preparar a mi hija para llevarla a clases particulares de piano y dirigirme a mi trabajo, trabajo en unas grandes empresas y a parte escribía poemas, tenia unos cuantos poemarios publicados.

-Ya estoy mamá.
Dijo la niña colgandose la mochila y dandose una vuelta sobre si misma.

-Muy bien cariño, vamos.
Le dije cogiéndole de la mano y dirigiendonos al parking para coger el coche.

La monté y la adapté a su asiento y emprendimos el camino, solo eran diez minutos pero yo luego me iba a trabajar y me pillaba más lejos, solo tenía que pasar por la empresa a mirar unas cosas, por lo que me daba tiempo a recoger a Laia de sus clases.

El camino se hizo entretenido con la niña cantando canciones infantiles, pues tendría como cinco discos con canciones solo para ella y que me sabía  a la perfección ya.

-Va Laia vamos.
Le dije aparcando el coche y quitándole el cinturón.

Ella cogió la mochila y nos fuimos hacia la puerta del conservatorio y ahí estaba el profesor de piano de mi hija, Flavio, "ay Flavio" -pensé-.

Con Flavio tenía un crush bastante fuerte desde que lo conocí llevando a mi hija al conservatorio, me pidió el número con la excusa de que lo tenía que tener por si le pasaba algo a Laia, y esa misma noche me empezó a hablar, eran solo mensajes, no me podía pillar del profesor de piano de mi hija ¿o sí? de hecho creo que lo habia hecho ya. Desde ese día hablábamos todos los días, incluso quedamos algún día pero nada pasó de unos simples dos besos al dejarme en la puerta de mi casa, mientras Laia se quedaba con Maialen, ella era mi vecina y mi mejor amiga, ella tenía una niña también y mi hija y ella se llevaban genial y querían estar siempre juntas.

Las miradas que nos echábamos no eran para nada disimuladas, se veía que no teníamos solo una relación de profesor-madre de una alumna. Y es que tampoco era así.

-Buenas tardes Flavio.
Le dije sonriendole y me despedí de mi hija.

-Buenas tardes Samantha.
Me devolvió el la sonrisa.

-Adiós Laia, luego paso a recogerte ¿vale bonita?
Le dije dejándole un beso en su pequeña cabellera rubia.

-Si mamá, no te preocupes yo me lo paso muy bien con el profe Fla.
Me dijo la niña.

-Ya lo sé cariño.
Dije y le envié una sonrisa a Flavio para darme la vuelta e ir hacia el coche, llegaba otra vez tarde a la empresa.

La tarde pasó sin más, solo me quedaba media hora para irme e ir a por mi hija, hoy era plan de pizzas y películas infantiles pues era jueves y los jueves los bautizabamos como "nuestros días" ya que el viernes, sábado y domingo mis padres venían por la niña para llevársela al pueblo, le encantaba estar con la niña y así yo también tenía unos días para desconectar de toda la rutina pero cuando solo pasaban dos horas que se había ido, ya la echaba de menos.

One shots. Flamantha.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora