~Bienvenidos a casa~

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Sherril.

Cuando por fin estoy sola, observo mi reflejo en el espejo del lavabo.

-Dios por lo menos no parezco la novia de un zombi o de Frankenstein- digo.
Me enjuago la boca, para quitar todo rastro del sabor del vomito que previamente fue expulsado sobre un chico. – Santos cielo solo a mí me puede pasar semejante vergüenza- me pongo un poco de brillo labial y con toda la fuerza de voluntad que me queda y salgo de los baños.
Doy gracias al todopoderoso que antes de iniciar con la predica que está dirigida por el predicador Omar quien es el mejor amigo de mi padre y además es el predicador oficial de Phoenix, siempre empieza con un sermón para alegrarnos la mañana.
-Demonios Sherril donde te habías metido, Omar casi inicia-
-Lo siento mamá no me sentía bien del estómago y fui a los baños traseros- le digo.
-Bien, espero que ya estés bien, ahora vista al frente y ponte atención-
-Ok- solo logro decir en un suspiro.
Sin más me siento al lado de mi madre y mi hermano, este me da una mirada triste. Esa es su forma de decir lo siento, pero recordando la vergüenza que previamente pase, lo único que consigue de mi es una mirada molesta.
Aunque viendo mejor las personas de la comunidad que ahora se encuentran en la iglesia, noto que, al lado izquierdo de mi hermano, están las hermanas Olson, las hijas de Omar.
- ¡Oh si! Eso se llama karma, querido hermano- pienso en mi cabeza, lo cual provoca que le sonría de manera malévola a Marcos y este frunce su cejas.
Verán las chicas Olson son un año menor que Marcos y yo, pero desde que tengo memoria ellas siempre han estado obsesionadas con él y no de la manera agradable, sino de la forma empalagosa, cuando ellas ven a mi hermano, se vuelven locas porque ver quien llama su atención primero, es un poco gracioso la verdad aunque algo penoso también, debido a que por más que ellas lo intenten Marcos nunca le hace caso ninguna, no mal interpretan él no es mal educado con ellas, pero tampoco es que le ponga mucho asunto.
A veces siento pena con él, porque estas chicas pueden llegar a ser insoportables, son un como un chicle en tu ropa, una vez que se pega nunca se va, sin embargo, en esta ocasión me alegro por él, si yo pase vergüenza este día, mi hermano también lo hará o si, si vamos a sufrir lo haremos los dos, pienso esto malévolamente en mi cabeza.
Buenos días habitantes de Phoenix, sean todos bendecidos por nuestro Dios todopoderoso, en esta mañana he decidido dejar el sermón a manos de mi querido amigo y segundo predicador al mando, Alexander Evans, quien además les dará un buena noticia para empezar con muy buen pie este hermoso día.
Los aplausos se hacen presente de inmediato para recibir a mi padre, quien estaba junto al predicador Omar.
-Hola a todos los presentes que nos encontramos reunidos en la casa del señor, para mi es un honor ser quien, de las palabras de inicio para la ceremonia de este día, además me lleno de regocijo y alegría en esta mañana, porque me dan el privilegio de ser el portador de una buena noticia. Queridos hermanos y hermanas, me complace decirle que, en el día de hoy, vuelve a la nuestra comunidad una familia que ya hace muchos años formaba parte de este pueblo, pero por razones personales tuvieron que irse, sin embargo, hoy mi alma se llena de alegría al decirles ustedes que de nuevo están con nosotros y entre nosotros la familia Blackwood.
-Es increíble la fuerza y alboroto que pueden ejercer unas palabras- dice mi madre.
Cuando todos se tranquilizan y dejan los aplausos mi vista va dirigida hacías las personas que mi padre señala para que suban arriba con él.
Recuerdo bien a esa familia, eran parte muy importante de este pueblo, pero sin más un día dijeron que se irían a otro país por asuntos personales o eso se suponía, a los primeros miembros que observo es a los señores Blackwood, Analís y Edward Blackwood quienes recuerdo eran unas personales muy alegres y simpáticas los años al parecer no le han cobrado factura, porque siguen igual que como los recuerdo, Analís con esa sonrisa encantadora que tiene y el señor Edward con su gran personalidad.
Los siguientes que veo, es al hijo menor de los Blackwood, Dylan, este sí que ha cambiado físicamente, la pubertad sí que le sentó, pero para bien, Dylan y yo éramos como mejores amigo cuando éramos niños, pero perdimos la comunicación cuando se fue, recuerdo que me dolió mucho cuando se fue del pueblo, nos queríamos como hermanos.
Luego veo a la más pequeña de los Blackwood, Nora, siendo sincera cuando la vi tan solo era una pequeña bebe, pero ahora es todo una preciosa niña, recuerdo que sus hermanos estaban muy contentos con su llegada al mundo, no obstante, me detengo en una palabra que dije anteriormente, ¨Hermanos ¨, lo que me hace pensar y ¿Max?, no veo al mayor de los Blackwood con ellos, recuerdo que este era más grande que yo por 3 años y que tenía brackets y lentos, también recuerdo que éramos buenos amigos, no como Dylan y yo, pero sí que nos llevábamos bien, menos las ultimas semanas que estuvieron aquí antes de irse, comenzó a comportase extraño y dejamos de hablarnos y cuando lo hacíamos era para ofendernos, nuestra amistad se esfumo como niebla y esa niebla se volvió oscura.
Voltea hacia mi hermano, quien tiene una cara de pocos amigos, y yo se el motivo de eso, así como Max y yo no nos soportábamos, Dylan y él tampoco, pero lo de ellos siempre fue así -Que raro que Max no esté aquí- me dice Marcos, y ciertamente si es raro.
De pronto recuerdo el acontecimiento de esta mañana, eso ojos grises, esa mirada electrificante, ese seño fruncido ya lo había visto, en ese momentos mi cerebro hace un clic
– Él si vino, pero al parecer se fue- le digo a Marco.
-Y tu como sabes eso-
-Larga historia hermanito, larga historia- le digo.
Ahora entiendo porque el chico de los baños me miraba con cierto odio que no podía entender, claro obviando el hecho que le vomite encima, pero solo fue eso y fue un accidente, no fue apropósito, realmente no puedo estar más salada.

- ¿Enserio Diosito, tenía que ser él? – digo viendo la estatua de nuestro señor en la cruz.

-No podía ser algún chico del pueblo o que se yo uno de los Jonás brothers, pero ¿Tenía que ser Max Blackwood enserio? -vuelvo decir.
Como estaba tan sumergida en mi mundo de vergüenza no me percate que la ceremonia había pasado y hasta la predica
-Bueno hermanos y hermanas fue todo un placer que hayan venido a la casa del señor para que en conjunto oráramos y lo adoráramos, que Dios los bendiga a todos- dice el predicador Omar.

-Amén- responden las personas.

-Ah, recuerden que después de esto, los que desean pueden ir a la casa de los Blackwood, que tienen una fiesta por regresar a su pueblo, mi querido amigo Alexander, yo y nuestras familias los estaremos esperando allá- pronuncia el predicador Omar.

Mi cerebro trata de analizar toda esa información, una, tendré que ir a una fiesta, dos, es en la casa de los Blackwood, tres, donde probablemente estará Max, cuatro, a quien por cierto vomite esta mañana, ahh y claro el gran detalle, quinto, que ese engendro me odia.

- genial que más puede ocurrirme hoy- digo.

Phoenix [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora