Dicen que en realidad no somos nosotros quienes adoptamos a los gatos, si no más bien son ellos los que nos adoptan a nosotros.
Mi gata Luna tiene gustos muy particulares, sobretodo por un chico de cabello bicolor, y eso, bueno... ha traído algunos...
—¡Naoko! —escuché a Kaori llamarme, pero la ignoré.
Si lo que quería Meiko era hacerme sentir inferior a ella, lo había logrado con las primeras dos frases que me había soltado. Ella tenia razón. Mis calificaciones eran una vergüenza y seguramente Shouto se había decepcionado al darse cuenta de lo mediocre que yo era.
Corrí hasta que llegué al primer piso y, doblando la esquina, me apoyé en el muro cerciorándome de que no había nadie alrededor. Me dejé caer en el suelo lentamente, y apoyé mi cabeza y brazos sobre mis rodillas. No quería pensar, no quería llorar, no quería estar triste.
¿Porqué pensé que tener a Shouto de tutor seria buena idea? ¡Solo estaba avergonzándome a mi misma!
Seguramente ahora todos estarían reuniéndose con sus tutores y hablando con ellos, o acordando reunirse después del almuerzo. Yo había perdido el apetito y el entusiasmo por la tutoría.
—Hasta que al fin te encuentro, Naoko.
Levanté la mirada y la desvié de inmediato al darme cuenta de quien había venido por mi. Shouto se sentó a mi lado en el suelo.
—¿Vas a comenzar a evitarme de nuevo?
Yo negué con la cabeza. No era eso. Me arrepentí de inmediato de haber salido corriendo; de seguro le había dado esa impresión.
—No pensé que te disgustaría que fuera tu tutor— me dijo.
—¡No es eso! —aclaré de inmediato— ¡Yo en serio quería que fueras tú!
El aguantó una sonrisa frunciendo los labios. Al verlo detenidamente me di cuenta de que tenía en la mano la carpeta con mi información. No pude evitar bajar la mirada, mortificada.
—La última vez que me fijé, en este mundo huir con expresión triste no es precisamente la mejor forma de demostrar que algo te agrada...
Solté una carcajada.
—¿Me dirás que es lo qué pasa, Naoko? —pidió con expresión preocupada.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Yo suspiré.
—¿Ya la leíste? —pregunté refiriéndome a la carpeta, sin querer escuchar la respuesta realmente.
—¿Qué, esto? —levantó la carpeta en el aire y la sacudió— ¿Esto es lo que te preocupa?— me miró con incredulidad. Yo asentí casi de manera imperceptible.
—No quería que pensaras que yo... —que soy inútil—. Es que... mis calificaciones...
Entonces él se puso de pie sin que yo terminara de hablar y se paró frente a mi. Tomó los papeles en la carpeta con su mano izquierda.
—Esto es lo que pienso de estos papeles —. Y en una fracción de segundo, les prendió fuego ante mis ojos.
