Dicen que en realidad no somos nosotros quienes adoptamos a los gatos, si no más bien son ellos los que nos adoptan a nosotros.
Mi gata Luna tiene gustos muy particulares, sobretodo por un chico de cabello bicolor, y eso, bueno... ha traído algunos...
Cuando nos separamos de los muchachos camino a los dormitorios, Kaori no paraba de molestarme; a pesar de que le expliqué que Shouto habia dicho eso porque llevaríamos a Luna al veterinario, ella parecía convencida de que él deliberadamente había dicho que saldríamos porque yo le gustaba. Yo estaba tan roja que si hubiera salido a la calle los autos habrían parado pensando que era una señal de STOP.
Con todo el alboroto que las palabras de Shouto habían causado en mi cerebro, me fue difícil concentrarme, y ni hablar de recordar devolverle sus cosas, que tenía en mi bolso desde ayer.
A la mañana siguiente recibí un mensaje de él, y recordé que debíamos encontrar la manera de sacar a Luna de los dormitorios sin ser vistos.
Ese día el sol estaba radiante, y no quedaban ya rastros de la tormenta que había caído los últimos dos días.
"¿Naoko, podrías salir a tu balcón?"
"Si, ya salgo"
Y al asomarme me sorprendió verlo mirando hacia arriba desde el suelo, buscándome. Sonrió al verme salir.
Entonces se llevó el teléfono a la oreja, y yo sentí el mío sonar en mi mano. Contesté rápidamente, confundida.
—Pensé que llamarte sería mejor que gritar —me dijo— no queremos llamar la atención.
—Se-seguro —ya no puedo con esta onda de Romeo y Julieta. Me sonrojé al escuchar su voz por el teléfono.
—Creo que sería mejor que bajaran por aquí para que no las vean... —mencionó acercándose hasta debajo de donde yo estaba.
—De acuerdo, pero ¿cómo?
Vi a Luna acercarse al balcón al escuchar la voz de Shouto. Sin pensarlo dos veces saltó al árbol frente a mi balcón ágilmente, y sin dudar se lanzó desde el árbol a sus brazos.
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Shouto rió sorprendido y luego se giró hacia mi dejando a Luna en el suelo luego de acariciarla. Ella frotó su lomo contra la pierna de él.
—Eso fue más fácil de lo que pensé —comenté.
—¡Ahora te toca a ti! —bromeó él extendiendo los brazos hacia mi, como para que saltara.
—¡Si, seguro! —me reí yo, poniendo los ojos en blanco.
No me tientes a saltar a tus brazos..., pensé en mi fuero interno.
Shouto, riendo, volvió a tomar a Luna.
—Te espero aquí con ella —me dijo. Yo asentí y colgué.
Busqué una de mis sudaderas y me apresuré salir de la habitación. Literalmente corrí escaleras abajo y doblé a la esquina para llegar a donde estaba Shouto. Era un lugar relativamente seguro; atrás de las torres de dormitorios no solía andar mucha gente.
