Las calles del Distrito Doce siempre estaban descuidadas, llenas de polvo de carbón y baches. En la zona de la Veta, era mucho peor, varios caminos ni siquiera estaban pavimentados y los servicios de agua y luz eran escasos e iban y venían a su antojo.
El viejo y único camión destartalado que se aventuraba por estos rumbos rugía y se tambaleaba; pero ya estaba acostumbrada, igual que Primrose. Todas las mañanas íbamos al Colegio en esta cosa y volvíamos de la misma forma. Hoy era otro día más de esos, frío por las mañanas, templado por las tardes, algunas veces llovía y el ambiente era húmedo.
Al llegar al salón de clases, dejé mis cosas sobre el pupitre y suspiré sin saber muy bien qué hacer hasta que llegara el profesor. Era típico de mí retraerme en mi lugar para evitar cualquier interacción social innecesaria a pesar de que en general la gente no moría por hablar conmigo de todos modos.
Aburrida y sintiéndome un bicho raro, como cualquier día, saqué un pequeño espejo que mi padre me había dado por mi cumpleaños hace mucho tiempo, antes de morir. Lo incliné hasta que la imagen mostró a Peeta Mellark. Como siempre, reía y mostraba su carisma a todo el mundo. Lo observé detenidamente por unos minutos, admirando la forma en la que parecía ser tan sencillo para él abrirse a los demás y regalarles una sonrisa. Yo misma no recordaba la última vez que había sonreído genuinamente después de una buena broma. En general, la única persona con la que bromeaba era Gale, pero siempre repetíamos los mismos temas, los chistes ya se habían hecho viejos y su gracia ya había desaparecido, tanto como la mía, que, si lo pensaba bien, era probable que ni siquiera hubiera existido en primer lugar.
Volví mi atención al espejo y a Peeta, dejando vagar ideas tontas y cursis por mi cabeza. De repente, brillantes ojos azules golpearon contra el reflejo por el que lo vigilaba. Asustada, aplasté el objeto contra la mesa y fingí que me arreglaba, algo bastante torpe, pues nada eran tan anormal en mí como preocuparme por mi imagen. Para mi suerte, Madge Undersee tomó asiento junto a mí después de saludarme. El olor a chocolate caliente, una bebida que nunca había llegado a probar más que alguna vez, emanaba de su termo y hacía su camino hasta embelesar mi nariz.
El profesor llegó justo cuando la primera campana del día sonó y nada más dejar sus cosas sobre la mesa, comenzó a explicar la logística de un proyecto que deberíamos entregar después de vacaciones. Todo el salón replicó en un intento, así como ruidoso, inútil, de disuadirlo, pero este continuó con un indiferente «Armen equipos» y sacó papel y lápiz de un viejo maletín. Inmediatamente, los mismos grupos que se habían formado toda la vida se juntaron. Madge y yo éramos uno de ellos.
—Peeta Mellark, su equipo, por favor —pidió el profesor. El ruido en el salón disminuyó considerablemente.
—Delly Cartwrigt —comenzó él. Claro que ella iba a ser la primera que mencionara, eran amigos inseparables desde siempre. Después mencionó algunos nombres más, todos de chicos populares. Su equipo era numeroso, todos comerciantes.
—Madge Undersee —continuó el profesor, después de anotar algunos equipos más.
—Eh... Katniss Everdeen. —Indicó ella, haciéndose pequeñita en su silla. Al igual que yo, Madge tampoco era una persona especialmente entusiasta de hablar en público por muy político que era su papel en nuestro distrito al ser la única hija del alcalde. El profesor la miró escéptico, era obvio que nos hacía falta gente.
—Necesita más miembros, Señorita Undersee
—Ya están todos los equipos formados, profesor —contestó mi amiga con pena—, somos las únicas personas que quedan.
El hombre miró alrededor del salón y seguidamente reparó en el ruidoso grupo sentado detrás de nosotras.
—¡Cartwrigt, Mellark, ustedes van con Everdeen y Undersee! —sentenció después de pensarlo unos segundos y procedió a anotar los cambios en su libreta.
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ERES TÚ | THG EVERLARK
FanfictionEn un mundo sin juegos de victorias a muerte, Katniss Everdeen y Peeta Mellark comienzan la odisea de intentar conocerse el uno al otro a pesar de que eso podría traerles muchos problemas con sus conocidos y familiares. Después de descubrir que son...