|Enamorado del enemigo| - Xue Yang y Xiao XingChen

Capítulo 4. Un hombre herido

Con la luz del día el bosque se veía totalmente diferente, los árboles eran de corteza brillante, las ramas bailaban con el viento y podía apreciar las flores de temporada. Pensó en llevar unas cuantas para adornar la cabaña, así que tomo un ramo de bellos lirios en el camino.

Al tener su destino a la vista se acercó vacilante consciente de su entorno, en realidad no sabia que había visto la noche anterior. Pero aún así trajo consigo una canasta llena de medicina y comida fresca.

Cuando se dispuso a entrar fue golpeado por el olor abrumador a sangre, detenido en un movimiento brusco que hizo caer su canasta al piso y bajo su garganta descansaba el filo de un cuchillo artesanal que amenazaba con cortar su piel en cualquier oportunidad.

La voz profunda de un hombre suspendió su pensamiento y respiración— ¡¿Ayer qué fue lo que viste?!

¿Eh? — pudo sacar de su garganta. Xiao XingChen no tenía miedo pues el entrenamiento en el templo Gusu trataba enfrentar tensión, sin embargo, las acciones del hombre desconocido lo ponían nervioso.

¿Anoche qué viste?— repitió con un toque de enojo.

Yo.... No lo sé— ciertamente no tenia idea.

¿Tú vives aquí?— su aliento tibio golpeaba el cuello de XingChen poniéndolo más nervioso, pero su temperatura corporal lo inquieto "está ardiendo en fiebre".

Dudoso de exponer la verdad respondió — No yo vivo en... el pueblo cerca de aquí, esta cabaña es utilizada muy poco por mi familia.

Ten— aparto el filo de su garganta sin dejar de sostenerlo, para luego extenderle un trozo de tela blanca sorpresivamente pulcra —Venda tus ojos— ordeno con calma.

XingChen miro perplejo la cinto frente a sus ojos — Entonces deberías soltarme.

El desconocido guardo silencio parecía debatir si hacerlo o no, quizás si lo soltaba escaparía y XingChen no estaba seguro de descartar la posibilidad. Por ello, el desconocido se las arreglo para atar la cinta con su mano libre.

Entra— guio el camino por la cabaña hasta la angosta cama —Puedes sentarte — finalmente, lo soltó.

Luego se alejo unos pasos, pero XingChen pudo sentir como recargaba su hombro en la pared sosteniendo con dificultad su peso.

"Él esta herido, tal vez solo quiere mi ayuda y después me deje ir"

Has perdido mucha sangre, en mi canasta hay medicina puedo curarte— propuso ajeno de la mirada en alerta que le dio el extraño.

¿Comó lo harás sin quitarte la cinta?— pregunto con desconfianza.

XingChen entendía sus sospechas, si este hombre fue atacado, tras un incidente traumático en efecto desconfiara de los demás.

No es problema, podre hacerlo — esto era cierto, la clase guerrera de monjes a fin de agudizar sus sentidos en combate, entrenaban con los ojos vendados.

El desconocido se acercó hasta su oído — Si intentas algo te matare. Traeré la canasta.

Luego de la amenaza su cuerpo se crispo, pero si no se concentraba iba a morir y su padre.... No debía pensar en eso.

El desconocido había vuelto, para observar al joven moviendo la cabeza como disipando sus pensamientos.

Recuéstese, por favor— incluso en estas circunstancias era amable. El otro no se quejó e hizo lo que le pidió.

¿Dónde está la herida?— pregunto.

En el pecho— contestó seco.

En ese caso podría quitarse la túnica y la parte superior— haciendo caso empezó a desvestir su torso.

Lentamente dirigió sus manos hacia el pecho contrario pasando por sus hombros anchos hasta bajar lentamente y detenerse en el centro, la sensación causaba escalofríos, pero no podía desconcentrarse. La herida fue detenida por el tórax, aun así, era profunda probablemente causada por una espada, si hubieran cortado unos centímetros más a la izquierda esta persona hubiera muerto.

Perdido en sus pensamientos cerraba la herida con plantas y medicamentos ágilmente en silencio, mientras el desconocido mantenía la mirada fija en su rostro níveo, sin prestar atención lo que hacían las manos ajenas. El único ruido era el de sus respiraciones marcando el ritmo de un vals tranquilo.

Lo siento— menciono el desocnocido sorprendiendo a XingChen que instintivamente levanto su mirada hacia él, aunque no pudiera ver su rostro.

Se disculpa por secuestrarme, no es necesario es un gusto poder ayudarle — sonrió dulcemente.

El desconocido quedo en silencio por un instante al parecer golpeado por la impresión, pero poco después volvió a hablar — Anoche lo asuste, lo siento.

Esta persona creía que la casa estaba abandonada o sus dueños estaban de viaje, la noche anterior se sorprendió al notar que alguien había llegado, pensó que se trataba del dueño y lo mejor era escapar. Pero el joven no regreso a la cabaña, entonces pensó que lo había asustado demasiado y temía llamar la atención, necesitaba pasar desapercibido.

Al ver a Xiao XingChen esta mañana llevando ropas simples y una canasta se convencido de que se trataba de un campesino. Lo intercepto en la entrada, quería saber si logro ver su aspecto, por el momento era seguro.

Hasta ahora pensaba en XingChen como un joven amable, sereno y sumamente bello. Su sonrisa toco las fibras heridas de su corazón, no sabía si era una reacción natural al recibir su empatía, pero no pudo evitar sentirse seguro junto al joven.

Al terminar su tarea Xiao XIngChen sumergio un trapo limpio en agua para limpiar el cuerpo y desaparecer el olor a sangre. Paso por sus hombros, clavículas, delineando el torso y la herida con sumo cuidado, un toque mágico que adormecía al herido además del efecto somnífero de la medicina trabajando.

Bajo hasta los abdominales bien definidos, había notado la piel tersa del contrario y su estructura ósea en forma, le daba pistas de la identidad del desconocido podría deberse a trabajo de campo o entrenamiento.

El hombre desconocido estaba casi dormido ante la suaves pinceladas, XingChen estaba dispuesto a retirar la suciedad del rostro contrario, cuando repentinamente su mano fue detenida con fuerza y un par de ojos feroces lo miraban, se sobresaltó en su lugar, pero el agarre se relajó al igual que los ojos ajenos, por lo que continúo repasando las facciones del hombre mientras este sostenía su mano.

"Se trata de alguien atractivo ¡buen cuerpo! y ¡buen rostro! ¡que injusto!", se quejó.