|Enamorado del enemigo| - Xue Yang y Xiao XingChen

Capítulo 14. Un pez muy grande

Caminaron por un tiempo bastante largo, en lo profundo del bosque, alejándose de lo que XingChen conocía.

¿Seguro que sabes dónde vamos?— preguntó su Alteza ya preocupado.

No te preocupes. Estamos cerca— dijo apartando algunas ramas que obstaculizaban el paso.

Como el sendero era menos frecuentado, en efecto el trayecto fue más pesado.

En una bajada su pie resbaló, llevando el peso de su canasta hacia adelante perdió el equilibrio —¡Ahhh!— exclamó cayendo.

El guía se apresuró en su rescate, pero no hizo falta su ayuda, XingChen se recompuso apoyándose en un árbol —¡Estoy bien! No fue nada.

El desconocido no hizo ningún comentario, solo tomo silenciosamente su mano antes de continuar. Este gesto amable fue muy significativo, en el corazón del joven príncipe.

Al apartar un arbusto se abrió un pequeño pasadizo natural de ramas y hojas. El guía volteo con una sonrisa complacida —Llegamos.

El sonido de agua chocando y fluyendo, se hacía más notorio conforme avanzaban por el pasaje. Más adelante fue evidente un estrecho riachuelo de agua dulce y cristalina, con pequeñas caídas simulando cascadas, en las que peses saltarines mostraban sus mejores acrobacias.

Es un buen lugar, ¿verdad?. Lo encontré hace unos días— anticipaba una reacción positiva.

Es muy hermoso— dijo absorto por el paisaje. El desconocido sonrió satisfecho.

Se sentaron en la orilla sobre el mantel colorido, que resaltaba del pasto. El susurro del agua entre las piedras, relajaba el ambiente. Finalmente, XingChen se sintió sereno. Alejado del bullicioso y los problemas de Palacio, su mente abandonó las preocupaciones que incomodaban su sueño.

El desconocido contagiado por su aura de paz, se recostó despreocupadamente apoyando su cabeza sobre sus brazos. Bajo la guardia y cerró los ojos.

XingChen había terminado de meditar, pasando su atención al cuerpo inmóvil a su lado. Ahora mismo podía ver el rostro ajeno sin restricciones. El joven dormido no lucía intimidante en absoluto, sus rasgos relajados eran sofisticados, al igual que las figuras de jade brillante del palacio. Sin la sonrisa arrogante en su cara, lucía tierno, es más podía decir muy guapo. Lo observaba fijamente perdido en sus propios pensamientos.

Puedo sentir tus ojos sobre mi rostro. ¿Quieres hacerme sonrojar?— dijo sin querer separar sus perezosos parpados.

Lo siento, creí que dormías— fue descubierto y estaba avergonzado.

¿Querías preguntarme algo? ¿no?— cuestionó.

¿Puedo?— con el consentimiento del desconocido, XingChen acomodó mejor la canasta para así estar más cerca, se recostó tímidamente y cerró sus ojos —¿Dónde crees que este el lugar correcto?

El rostro contrario mostro una reacción de susto casi imperceptible, que nadie presencio.

El lugar correcto no está donde todo parece evidente. A veces estas en el lugar correcto mirando las cosas equivocadas. Pero cualquier lugar puede ser el lugar correcto, si confías en ti mismo. Si tienes dudas, nunca lo notaras. Pero, en fin, es tu problema— giro su rostro hacia los ojos que lo miraban con suma atención. Se quedaron en silencio, apreciando la belleza del otro, contando miles de historias y secretos con tan solo una mirada. El viento meciendo las hojas arrullo sus corazones.