Capítulo 15. Pesadillas

374 67 9
                                    

Dos siluetas caminaban con familiaridad a través del bosque, lo suficientemente cerca como para sentir el roce de sus manos exaltando sus corazones. Habían dejado atrás el bullicio del mundo, y con ello se despegaron de sus respectivas identidades, doloroso martirio que agobiaba a cada uno por separado. Eran dos extraños desconocidos, solemnes amigos, los amantes secretos que se refugiaban en la cooficialidad del pasaje verde y colorido.

El crepúsculo estaba por acontecer, estaba en ese momento, cuando el cielo se tiñe de colores vibrantes, la luz más brillante antes de que la tarde ceda su puesto a la oscuridad. El momento idóneo para que el mal se manifieste.

El ambiente de calma fue interrumpido por gruñidos grotescos que surgieron de la nada. Repentinamente un cuerpo pesado y deforme embistió a la pareja por la espalda, rompiendo la cercana unión entre ellos. Xue Yang estaba molesto. Sacó de sus mangas una vara de metal de la que se extendieron dos afiladas cuchillas como por arte de magia. XingChen no se quedó atrás, pero no pudo hacer mucho, pues estaba desarmado. Los cadáveres pestilentes en poco tiempo se multiplicaron a su alrededor.

Xue Yang con su mano dominante mutilaba ágilmente los cuerpos esparciendo pedazos de carne oscura por el suelo. El brillo de su otra espada cegó los ojos blancos de las criaturas ante de ser cortadas en dos. Mientras Xue Yang combatía, su espada volaba alrededor. En su paso cortó un alto bambú, que XingChen aprovechó para defenderse como reemplazo de una espada.

La matanza estaba envuelta en el sonido de cortes, golpes secos y la imperceptible melodía de ultra tumba proveniente de una flauta lejana.

A pesar de sus excelentes habilidades, un trozo de bambú no servía para detener la agresión. XingChen se vio obligado a retroceder, esquivando las largas garras que poco parecido tenían con uñas humanas. Xue Yang lo tomó de la cintura, para trasportarlo a una zona segura. Desde allí, el príncipe fue espectador de una hermosa escena, pese al aura sangrienta de la misma.

Observó, atento el estilo de combate del luchador, igual que un oso a la miel. Embelesado y fascinado, grabó cada movimiento en su memoria y trazó cada corte en su corazón. No podía apartar la mirada, sus ojos se rehusaban si quiera a pestañear en presencia de tal adonis oriundo del Olimpo.

Xue Yang agitaba su espada con gracia y convicción. Cada corte era certero y destinado para aniquilar. De cierta forma, elegante. Utilizaba todo su cuerpo como un cisne versátil. Rodeado por la energía oscura que emanaban los cadáveres, danzando bajo un faro de luz cristalina en medio de un escenario negro. XingChen suspiró.

"Un cisne negro", pensó para sí mismo.

Refiriéndose al joven que siempre portaba ropas negras y sin vida. Aunque estas vestiduras quedaban perfectas con el propio encanto de Xue Yang.

La noche fría y tenebrosa cayó junto con el último cuerpo descuartizado. El héroe volvió adulado por el eco de la victoria.

Las personas que nos atacaron, ellas estaban... — la palabra quería dejar sus labios, pero la retenía el sentido común.

Muertas— mencionó sin darle importancia, completando la oración del príncipe y aumentando su incredulidad Estos— señaló las figuras deformes son cadáveres, sus cuerpos están en estado de putrefacción y son lentos para esquivar ataques, pero al no sentir dolor o miedo, son los peones perfectos. Esta cantidad puede acabar con un pueblo pequeño sin esfuerzo.

¿Cómo es posible que vuelvan a la vida?— interrogó.

No están vivos— expuso, mientras limpiaba la cuchilla de su espada.

|Enamorado del enemigo| - Xue Yang y Xiao XingChenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora