⭐Capítulo 42⭐

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"Porque debajo de mi  sonrisa hay una pequeña cicatriz que te da la bienvenida a mi mundo gris"

🌸🌼🌻-Belosnezkha-🌻🌼🌸

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Derek

No saben nada y no encuentan nada. ¿Qué puedo hacer yo? Nada. Me siento inservible en estos momentos, yo debía cuidarla y resulta que en el momento menos esperando pasa esto.

Todos intentan mantener la calma, menos yo, cada hora que pasa más me desespero. No se hizo esperar que en las noticias aparecieran los primeros reportes en menos de 48 horas.

Mis hermanas se quedaron con la familia de Lían en mi casa. Yo estoy en la oficina pero no específicamente para trabajar, sino para encontrarme con alguien con la que debo hablar sí o sí. Miro mi teléfono seguidamente esperando a que me llamen para una buena noticia y a la vez miro la puerta de mi oficina esperando que sea abierta por la persona que espero.

Estoy cansando, anoche me quedé despierto con los cachorros de Lían los cuales los fui abuscar una vez que me acordé de ellos. Mi cuerpo está tenso y no puedo dejar de pensar.

Quito mi mano de mi rostro al escuchar la puerta ser tocada, sin esperar pido que pase y la puerta es abierta dejándome ver a Héctor acompañado por Casandra.

— En unos minutos les traeré café — habla Casandra para después cerrar la puerta una vez que sale.

— Dime donde está — es lo primero que sale de mi boca sin antes esperar a que se siente o que se acerque más.

— Derek, vi las noticias y te juro que no tengo que ver nada con esto.

Resopló y le pego al escritorio con fuerza.

— ¡No mientas! ¡Dime donde esta! — me levanto de el asiento y camino hacia él.

— Ya te dije que no tengo que ver con nada de esto — gruñe mientras mueve su dedo índice.

— ¡No me jodas! Tú estabas en el primer atentado que tuvo — éste camina un poco hacia atrás.

— Ya te dije que hacia ahí. ¡Por Dios! No le haría nada, la amo...

Me detengo al escuchar lo último y aprieto mis manos con fuerza.

— La amo..., Está claro que fui un imbécil y que la hice pedazos muchas veces pero ya no soy así y lamentablemente es muy tarde, aún así no la haría pasar por lo que seguramente está pasando ahora. La amo, Derek, como seguramente la amas tú.

— No digas eso, no digas que la amas — demando con enojo y éste me sonríe con tristeza.

— La amo y no hay un día en el que no me arrepienta por lo que le hice — me acerco a él y estampo mi puño en su mejilla derecha.

— ¡Maldito imbécil! ¡¿La amas?! ¡¿Ahora la amas, después de haberla hecho sufrír?! — lo golpeo otra vez, éste no hace ni señas para defenderse  —. ¡¿Sabes lo rota que está?!

— ¿Y tú..., Tú no le has hecho daño? — voltea su rostro hacia mí con una mano en su mejilla —. ¿Tú no aún no las hecho llorar?

Apriento mis labios y parpadeo varías veces mientras miro hacia otro lado sintiendo mis ojos arde.

— Soy otro imbécil pero al menos yo sí valoro su presencia.

— ¿Estás seguro de eso? — pregunta y lo miro.

— Tú no sabes nada de nuestra relación, más sin embargo yo sí sé de la que tuvieron ustedes dos. No vayas a compararme contigo, Héctor.

— No lo estoy haciendo, solo te estoy haciendo entender que todos en algún momento somos los malos queriendo y no queriendo — responde. Saca el pañuelo negro del bolsillo de su chaqueta azul marino y limpia la quina de sus labios la cual tiene sangre —. Me lo merecía, lo sé, pero te juro que no soy quien tiene a Lían.

Me volteo y camino de nuevo hacia donde estaba sentado.

— La necesito, Héctor. No puedo dejar que le haga daño — me siento y cierro mis ojos con fuerza —. Me estoy volviendo loco, no sé que hacer y no quiero estar sin hacer nada.

— Sabes que te pondrían detener si haces algo que la policía te dijo que no hicieras, ¿Cierto? — asiento sin mirarlo —. Entonces, que nos metan presos a los dos, no me importa nada de lo que hagan si es por ella.

— No somos amigos — lo miro.

— ¿Tú crees que yo sería amigo del hombre que tiene a la mujer que amo? Estás pendejo si pensaste que es por eso. Es por ella que lo haremos y no  para pintar una amistad, además, al yo ser abogado se me facilitan algunas cosas — se sienta frente a mí. Tocan la puerta y después de un pase veo como Casandra abre la puerta con dos tazas de café en una bandeja.

— Perdón por la tardanza — ésta se disculpa y la deja sobre el escritorio.

— No te preocupes, aproveche ese tiempo para hacer algo que quería hacer — respondo mirando a Héctor.

— ¡Ay Dios mío! Pero, ¿Qué le pasó, señor Héctor? ¿Quiere que le traiga algo para que se ponga en su mejilla?

— No sé preocupe, estoy bien — responde éste y Casandra asiente.

— Me retiro — me da una miranda triste para luego salir de la oficina.

Suspiro y tomo una de las tazas café.

— ¿Dónde estará? — susurro antes de llevarla a mi boca.

— Lo mismo digo yo.

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Un día después, pero aquí están los capítulos.

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