Emily x Marte: mi salvador.

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Emily

Tenía poco tiempo para ir a la universidad así y tuve que comer lo más rápido que pude, con la mirada de mamá con una expresión sorprendida en mi.

Cuando termine fui corriendo con mi bolso asta la puerta, pero una voz me detuvo.

—¿No te olvidas de algo pequeña?— dijo mamá detrás mío levantando una ceja.

Di varios pasos hacia atrás para luego abrazarla y darle un beso en la mejilla.

—audios ma— dije cruzando la puerta.

—cuidate Emi— dijo la señora Zhang hacía la puerta que segundos antes estaba su hija.

-minutos después-

Estaba corriendo por las calles, no quería perder la primera clase, llegue exhausta a la entrada donde me esperaba mi amiga mirándome como recuperaba aire.

—no entiendo, ¿Por qué no utilizaste tu don?— pregunto susrandomé cuando estábamos en los pasillos después de la primera clase.

—mamá dice que no debo abusar del don familiar— dije guardando unas cosas en mi casillero.

Después de varias clases pudimos ir a fuera a tomar un descanso.

A Alise (la amiga) la llamaron sus padres por una emergencia doméstica así que se tubo que ir.

Entonces me termine quedando sola afuera de un café, para rematar dos chicos que no les veía sus rostros me miraban fijamente, actúe rápido y corrí de allí, pero fue en vano ya que ellos me siguieron.

No se como pero termine convertida en un gato (arlequín chino) corriendo por toda la ciudad, ser un gato no era muy cómodo por la ciudad, algunos intentaban cogerme para ellos (por que si, no pensé en convertirme en un gato criollo, no tenia que ser de raza) otros que no les gustaban los gatos intentaban patearmé.

En un giró entre a un callejón sin querer, ya estaría acorralada, no me mal interpretes, se pelear y toda la cosa, pero mi abuela me dijo que no te puedes pasar la vida a golpes, en algunos casos es mejor huir de el.

Pero me encontre a un hombre tatuado quien me cogió en brazos aun en mi forma gatuna.

—pero que linda gatita— dijo acariciándome mi pelaje.

Pensé que seguramente si estuviera en mi forma humana estaría más roja que un tomate.

En eso se guío correr a los dos chicos encapuchados legos del callejón.

El hombre vió como se marchaban y dirigió su mirada a mi.

—ya se fueron, puedes transformarte otra ves— dijo dejándome en el suelo.

En unos minutos ya tenía mi cuerpo original.

—¿Como...?— dije mirándolo.

—¿Como lo sabía? Fácil querida mía, conozco a tu familia por décadas— dijo hasercandocé a mi.

No era tonta, mamá siempre me contaba las historias familiares, de como llegamos a China y por que tenemos el don de transformarnos en animales.

Solo avía una posibilidad en mi cabeza, y se nota que el hombre sabía en qué estaba pensando ya que sonrió.

—bingo niña, acertaste, el dios Marte a su servicio, también te dijo que aprovecha el momento no suelo ser así de amable con las personas— dijo un poco arrogante.

Eso me molesto un poco la verdad, iba a decir algo pero el me interrumpió.

—ahora hablando enserio, tu don no siempre te va a salvar de las situaciones niña— dijo mirándome serio.

mortales conocen semidiosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora