Capítulo XIII. Una caliente llamada

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P.D.V de James Sullivan

Estaba perdido mirando sus hermosos ojos cafés, se veía preciosa con sus labios brillantes y la coleta que llevaba en el pelo daba la apariencia de una pequeña muñeca recién sacada de su empaque. No podía creer que después de pasarme todo el día pensando en ella, pues el destino me la entregaba y la colocaba entre mis brazos sin la necesidad de ir a buscarla. Realmente era preciosa, definitivamente la mujer más hermosa que había visto y que había tenido el placer de tener en mi cama, ya no podía esperar por hacerla mía.

− Quisiera quedarme pegado a ti toda la noche, pero creo que tenemos mucha compañía ¿No crees? – pregunté perdido en sus ojos.

− Respóndeme ¿lo hiciste a propósito? – volvió a preguntar deshaciendo mi agarre, mientras miraba alrededor del lugar.

− ¿Qué respondió? – pregunté a Alejandro a la vez que acercaba una silla a la mesa, para luego sentarme de inmediato.

− Al parecer eres un completo desconocido – respondió Ale, en tono de burla, al mismo tiempo que miraba de reojos a Larimar.

− ¿Estás ignorándome? – preguntó Larimar taladrándome con la mirada aun de pie.

− ¿Por qué no te sientas a mi lado un rato? – pregunté con una sonrisa en los labios, tomando su delicada mano entre las mías.

− Alguien que me explique lo que está sucediendo por favor, porque creo que me perdí – expresó una joven castaña que se encontraba sentada junto a Aníbal, girando la vista velozmente para fijarla en Larimar.

− Es que… él es el hombre del que – carraspeó Larimar – ¡Ya sabes! Él que te conté – explicaba nerviosa, sentándose en la silla a mi lado.

− Soy Jeimy, mucho gusto – la interrumpí, estrechando mi mano a la castaña.

− Daniela Sandoval, el placer es mío – respondió afable − ¿Y ustedes se conocen? – preguntó en referencia a mis inseparables amigos.

− Sí, él es el amigo que les estuve diciendo. Trabaja en uno de los Hoteles Sullivan, al igual que tú – comentó Aníbal, en respuesta a Daniela.

− Si, trabajo como jefe de seguridad del lugar – respondí, entendiendo lo complicada que podía ser la situación.

Si la joven Sandoval trabaja en uno de mis hoteles, debía ser muy cuidadoso de que no me reconociera en una de mis visitas, pues para mi fortuna ella no me conocía, lo que permitiría continuar ocultando mi verdadera identidad.

−    ¡Oh! ¡Vaya! Si eres el jefe de seguridad, seguro conoces al grandioso James Sullivan, dicen que es muy atractivo – exclamó Daniela algo impresionada.

Vi como Ale trataba de esconder su ruborizado rostro, ante el incómodo comentario de Daniela, en tanto; Aníbal tomaba un gran trago de su copa con los ojos en blanco. Yo en cambio, estaba acostumbrado a este tipo de situaciones y sabía cómo lidiar con ellas.

− ¡Sí que lo es! Pero no es tan atractivo como yo – dije, añadiendo algo de ego a mis palabras.

Aníbal bufó ante mí paradójica respuesta y todos reímos a carcajadas. La cena se hizo bastante agradable, conversamos de muchas cosas que llegaban a la mente, todo tratando de conocer un poco más a fondo a aquellas dos hermosas damas.

Miré a Larimar, estaba tan feliz sonriendo como nunca la había visto, pues cada vez que nos veíamos, su rustro estaba triste con la mirada siempre perdida; en cambio ahora daba la impresión de que todas sus preocupaciones se habían esfumado, dejando solo a una radiante, alegre y hermosa mujer. ¿Por qué carajos tenía que  ser tan hermosa? ¿Qué tenía esa mujer de tez morena que tanto me gustaba? No lo sabía, pero lo que sí tenía presente es que no debía enamorarme de ella; pues era casada y eso me dolía bastante. Mi papel era acercarme a ella solo para cumplir con mi misión: hacerla mía y luego olvidarme de todo, justo como ella lo había hecho en el pasado.

Después de terminada la cena, las horas pasaron, se había hecho muy tarde ya cuando pusimos atención al tiempo. En eso Daniela expresó marcharse, puesto que tenía que trabajar muy temprano al día siguiente.

La vi despedirse de todos con mucha cortesía; en tanto Aníbal aparentaba deslumbrado ante la belleza de la castaña que no dudó un instante en acercarse a último minuto para pedir cordialmente su número telefónico.

Después de marcharse, Larimar se puso de pie, aclaró que era tiempo de regresar, se despidió de Ale y Aníbal y yo aproveché la ocasión para irme detrás de ella, quizás sea un buen momento para pedirle que vaya conmigo a Hawái, me dije a mí mismo.

− ¿Puedo acompañarte hasta tu auto? Si me lo permites – pregunté colocándome sobre mis pies.

− No creo que sea conveniente – comentó Larimar, un tanto dudosa.

− Es solo que, es tarde y no es conveniente una dama tan hermosa estando sola por ahí, no me perdonaría si algo te ocurriera – exclamé en son de convencimiento. Ale y Aníbal asintieron al mismo tiempo.

− Bueno, pues si lo pones de esa manera, suena algo convincente – asintió tratando de ocultar la sonrisa en su rostro.

Enredé mi brazo a su cintura mientras la guiaba al parqueo. Aproveché la distracción de Larimar para voltear un tanto la cabeza e hice un guiño con el ojo en dirección a Alejandro, para luego continuar con mi camino. Cuando llegamos al lugar, su auto destacó desde la distancia, puesto que era el único deportivo que allí se encontraba. La observé sacar las llaves de su bolso e inmediatamente denoté lo nerviosa que estaba por los movimientos pocos coordinados que sus manos realizaban.

− Ven conmigo mañana – exclamé tomando bruscamente su cuerpo contra el mío.

− ¡Jeimy! – exclamó mi nombre como un gemido − ¿Qué cosa estás haciendo? – preguntó con voz tambaleante.

− Me gusta tenerte cerquita de mí y excitarme con lo nerviosa que te pones – Comenté luego de humedecer ligeramente mis labios, para luego posarlos a centímetros de los suyos.

¿Lo hacemos otra vez? (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora