P. D. V de James Sullivan
Después de esa candente conversación con Larimar, quedé completamente aturdido, así que me adentré en el restaurante, donde me encontré con mis dos inseparables amigos que estaban sentados en una mesa enorme. Me senté junto a ellos después de saludarlos con cortesía, ambos conversaban, en cambio yo no podía prestar atención a su plática, ya que estaba muy sorprendido por la actitud que estaba tomando Larimar para conmigo.
Esa mujer estaba sacándome de todos mis cabales, en un momento quería revelarle mi verdadera identidad y confesar todos los sentimientos que estaba despertando en mí. Quería pedirle que se quedara para siempre junto a mí, pero en un instante se comportaba de una manera que me hacía olvidarme de todo y sólo me daban ganas de meterla en mi cama para luego olvidarme de ella por completo.
Primero se queda a dormir conmigo, esa noche tuvimos el encuentro sexual más hermoso que había tenido en toda mi vida, no he dejado de pensar en que tal vez me estoy enamorando de ella, pero sé que no debo hacerlo. Después la vi esconderse en la tienda para hablar con el imbécil de su esposo, quizás me cree estúpido y que no me di cuenta de ello. Luego de eso me hace llevarla a su casa, donde se tardó casi una hora para salir, de seguro estaba inventando alguna mentira para venirse a Hawái conmigo.
Traté de olvidar todo eso, porque de sólo ver sus ojos, tan sinceros, tan humilde y sobre todo tan ingenua, me hacían disipar todo mi enojo y solo podía sonreír y pensar en besarla. Esa noche la hice mía otra vez y la hice jurar que se quedaría conmigo. No sé porqué, pero le creí y es que ella es especial para mí, es la mujer más hermosa que he tenido y siento que juntos tenemos la química perfecta.
En la mañana anterior Lucía como todo un angelito, hacerla mía, me hacia sentir diferente, feliz y su compañía me transformaba en un ser magistral. Aníbal y Alejandro se tardaron todo el viaje intentando convencerme de decirle toda la verdad, pero cuando estuve a punto de hacerlo, de nuevo su ingenuidad me hizo retractarme. No tuve valor para hacerlo y ese beso que me plasmó en medio de todos, me dejó aún más loco por ella, pues era la primera vez que me presentaba en público con una mujer.
Fue tan difícil trabajar después de ese beso, pues no podía sacarla de mi cabeza. Me gasté todo el día y la noche organizando el desastre que había dejado el antiguo administrador, porque obviamente tuve que asignar a uno nuevo. Algo que como tenía planeado seria tan sólo algunas horas de inspeccionar el personal, terminaron siendo interminables, donde sólo podía pensar en Larimar y en llegar al cuarto para confesar todo y darle el hermoso presente que compré a escondidas para ella.
Estaba totalmente convencido de que ya era hora de decirlo cuando uno de los seguridad, hizo que me diera cuenta que tal vez me estoy excediendo con Larimar. Pues sus palabras no dejaron de dar vueltas y repetirse una y otra vez en mi cabeza.
– Señor Sullivan. Acabo de ver a su señora, está totalmente ebria con un huésped del hotel. Pido instrucciones para actuar – esas fueron las palabras literales del seguridad.
– ¿Está seguro que es ella? – pregunté con la ira invadiendo mi cuerpo.
– Si señor, sin duda alguna. Es obvio que está muy ebria y el hombre a su lado quiere aprovecharse de ella – aclaró detalladamente.
– Aléjala de él inmediatamente y enciérrala en la suite si es necesario – demandé tajante.
– Si, señor. Yo me encargaré de ella – aseguró.
Pensar en que tal vez estuvo toda la noche con otro hombre me hacer querer olvidarla, quisiera enfrentarla pero esos ojitos angelicales y sus hermosos labios hacen que de solo verlos, se me borre la memoria y tan solo quiera abrazarla y mantenerla por siempre pegada a mí. Además después de hablar con ella esta mañana, estoy casi seguro que quizás ese hombre era solo un oportunista que quiso aprovecharse de su estado de embriaguez. Lo que no entiendo es porqué tiene que tomar tanto, ella sabe muy bien lo que sucedió la última vez que tomó unos tragos de más, para mi buena suerte yo no le haría daño alguno, al contrario yo le entregué todo de mí.
Y lo que hizo después fue lo peor de todo ¿Cómo se atrevió a avergonzarme con todo el personal de seguridad? Su excitante voz, esa que pone cuando estoy sumergido en su cuerpo, la vociferó por todos los comunicadores:
– También dile a tu “jefecito” Que como castigo por su ausencia. No le toca sexo esta noche – gimió en un tono muy sensual.
Ese tono de voz, que me hizo excitar del otro lado de la bocina, no puedo imaginar lo que pensó el pobre hombre que la llevó totalmente ebria a la suite. Larimar es toda una mujer, pero en algunas ocasiones se comporta como una niña. Supongo estaba enojada conmigo por haberla dejado sola ¿Qué cosas estoy diciendo? Ni siquiera puedo molestarme con ella.
– Ale, ven rápido. Hay un hombre que está lastimando a Larimar – la voz de Laura se escuchó como un eco dentro de mis pensamientos.
No me detuve a preguntar por los detalles, pues cuando quise darme cuenta de donde estaba, Aníbal estaba sujetándome por la espalda, impidiendo que avanzara un poco más hasta donde se hallaba Larimar entre las garras de un maldito.
– Suéltala maldito – grité en un aullido, mientras intentaba liberarme de las manos de mi amigo.
Alejandro se acercó con prudencia, intentando no hacer un espectáculo.
– Deje ir a la dama, señor – dijo Alejandro demandante e intentando retarlo, pero sin perder la altura.
El maldito hombre blanco de ojos azules que sostenía a Larimar entre sus brazos , tenía a Alejandro justo en frente de él, pero por instinto masculino (supongo) no titubeó en dirigir sus taladrantes palabras en dirección hacia mí.
– Who the fuck are you? No te metas en lo que no te importa ¿Quién crees que eres? – me retó el desconocido con un español apenas entendible.
– ¿Por qué no sueltas mi mujer y vienes aquí para partirte la cara? – amenacé para luego lanzar a Aníbal lejos de mí.
Estaba a tan solo unos centímetros de ellos, cuando vi acercarse varios hombres pertenecientes a la seguridad del hotel. Sentí como dos de ellos me sostenían con fuerza, entre tanto Alejandro logró liberar a Larimar de las manos del imbécil, dejándolo a merced de todo el personal que ahora lo escoltaban al cuarto de seguridad, supuse.
– ¡Suéltenme! Voy a matar a ese maldito – grité, una y otra vez.
Vi a Larimar llorando, sus amigas la rodeaban mientras ella permanecía sentada y un sin número de lágrimas recorrían sus mejillas a la vez que sollozaba entre temblores. Verla en esas condiciones, me hizo enfurecer aún más, quería ir a matarlo pero primero debía acercarme a ella y hacerle saber que me importa. Aníbal y Alejandro se acercaron a mi y no esperé a escuchar lo que venían a decirme, los abochorné de inmediato.
– ¿Van a dejarlo que se salga con la suya? Lastimó a Larimar – continué aullando como loco.
– ¡Cálmate James! si no lo haces ellos no te soltarán – explicó Alejandro, intentando hacerme entrar en razón.
– ¡Suéltenme ustedes dos! Soy su maldito jefe ¡Es una orden! – exclamé e inmediatamente fui liberado.
Corrí sin pensarlo hasta agacharme frente al cuerpo sollozante de mi amada, estaba temblando y al tomar sus manos entre las mías, pude observar con claridad las marcas que había dejado por todos sus brazos. Si antes estaba enojado, ahora sentía que iba estallar, la sangre se me subió a la cabeza y sentí mis mejillas arder de rabia.
– ¿El te hizo eso? – pregunté en un sobresalto.
– Lo siento Jeimy, todo esto es mi culpa – murmuró en medio de sollozos.
– No te preocupes amor, que ese imbécil no te molestará nunca más – aseguré con firmeza poniéndome de pie.
Me quité la camisa para luego cubrir su cuerpo con ella. Caminé unos pasos en dirección a Alejandro, quién ahora estaba al lado de Laura.
– Por favor Alejandro, haz que la lleven a la enfermería – supliqué para luego correr sin pensarlo.
Corrí hasta la oficina de seguridad, estaba tan enfurecido que no pensaba con raciocinio, mi mente se encontraba nublada a tal punto que si encontraba a ese maldito iba a reventarlo a golpes. Pensar que tal vez mi pequeña se pasó toda la noche anterior huyendo de ese imbécil y solamente por mi culpa.
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¿Lo hacemos otra vez? (+18)
RomansaLarimar es una jóven en un matrimonio con un hombre millonario, pero disfuncional por lo que le gusta alguien más y así que decide divorciarse pero no vuelve a ver aquel hombre que le gustó hasta un tiempo después, así que ahora debe volver a enamo...