Capítulo XVII. Hermoso amanecer

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Ya casi amanecía y aún sus robustos brazos continuaban rodeando mi cintura. Había abierto los ojos hacía ya un par de minutos; en cambio, decidí quedarme estática, disfrutando de aquella espléndida creación de la naturaleza que yacía durmiente justo a mi lado. Tenía un hermoso tatuaje en su pectoral izquierdo, que le quedaba magníficamente sexy, quizás era reciente, ya que no había  fijado en él la última vez que dormimos juntos. Su respiración era tan flemática que apenas podía percibirse, pero tan profunda que podía sentir su aliento frente a mi rostro, el cual yo estaba disfrutando plácidamente.

No quería deshacer aquél agradable y tan esperado momento con Jeimy, pero el sol naciente comenzaba a colarse por la ventana del aposento y posándose sobre el brillante y castaño cabello de Jeimy, lo hacía lucir como un ángel descansando sobre una esponjosa y blanca nube del cielo.

Al verlo tan tierno y calmado frente a mí, hizo darme cuenta que nunca antes había sentido nada igual con nadie, ni siquiera con Nicolás, en todo el tiempo que duró nuestro matrimonio, nunca durmió abrazado a mi cuerpo, tampoco me hizo sentir todo ese placer que sentía cada vez que Jeimy me tocaba. Lo que había pasado esa noche, fue distinto a todo lo que había hecho en el paso, fue como hacer el amor. ¿Acaso me estoy enamorando de él? ¡No puede ser posible! Aunque todo indicaba que tal vez estaba en lo correcto.

El sol comenzaba a calentar mi rostro, por lo que me vi en la obligación de abrigarme bajo su cuello en búsqueda de refugio. Mis movimientos lograron despertar a mi hombre, que al levantar la vista observé como sus hinchados ojos miel, se fijaban plácidamente sobre mí.

– ¡Buenos días preciosa! – exclamó dejando un casto beso sobre mis labios.

Esas palabras fueron más que suficiente para voltear mi mundo, mi corazón se hundió en mi pecho y un cóctel de sentimientos se mezclaron en mi interior. Esas simples palabras que quizás para muchos sea algo normal, para mí no lo fueron. Esas tres sencillas palabras que lograron despertar el tierno amor que nunca nadie había sido capaz de estimular en mí. Fueron ellas, quien yo al  escucharlas, me hicieron caer redonda a sus pies, no pudiendo evitar quedar completamente enamorada de Jeimy.

– Buenos días mi hermoso bombón – respondí acariciando su brillante cabello castaño.

– No sabes lo feliz que me hace tenerte así desnuda en mi cama – confesó ahora encima de mí, mientras dejaba pequeñas mordidas en mi cuello.

– ¡Auch! ¡Jeimy! – exclamé una y otra vez, entre risas.

– Puedo parar si te duchas conmigo – dijo, mordiendo ahora mis labios.

– Si, iré al baño contigo – respondí.

Me tomó entre sus brazos de manera veloz hasta dejarme de pie bajo la ducha. Inmediatamente allí, ajusté el agua a mi temperatura favorita, entre tanto Jeimy besaba mi cuello despacio.

– Eres hermosa, Larimar ¡Me vuelves loco! – susurró a mi oído.

– ¿Lo dices en serio? – pregunté frotando la esponja por mi cuerpo.

– Si, me dan ganas de cogerte de solo tenerte cerca – dijo tomando ahora la esponja entre sus manos.

– ¿Quieres hacerlo aquí? – pregunté ahora excitada, mientras él acariciaba mi espumoso cuerpo.

– Si, aquí y ahora – respondió e inmediatamente comenzó a besar mis labios con lujuria.

Yo me abracé a su cuerpo, sus besos eran penetrantes, como si quisieran devorarme. Me encantaba sentirme deseada y cuando estaba con Jeimy, era justo lo que recibía, podía sentir como se excitaba solo de apretarme, sus ojos miel ardían en llamas y su boca siempre tenía sed de mí. Estaba tocando todo mi cuerpo, había dormido con el toda la noche después de un placentero encuentro sexual y él ya quería hacerme suya otra vez cuando el sol apenas acababa de salir. Éste si que era el hombre para mí, era como si Dios lo hubiera mandado desde los cielos, luego de haber escuchado todas mis súplicas. ¡Oh, Jeimy! Si supieras que ya siento que te amo – pensaba a la vez que el frotaba su erección contra mi sexo.

¿Lo hacemos otra vez? (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora