Capítulo III. Nuestro primer encuentro

107 5 1
                                    

Las puertas del ascensor se abrieron dentro de una habitación de hotel que aparentaba ser bastante lujosa. Jeimy  tiró su saco y  sombrero, a la vez que se acercaba a mi con lujuria, me besó nueva vez
-Te deseo preciosa- susurró en mi oído con la voz ahogada de excitación.

Continuó besando mi cuello como si fuese a devorarlo, su mano izquierda apretaba mi trasero y su mano derecha se posó sobre mis senos,  no pude evitar liberar un gemido de placer.

Entonces fue justo en ese momento que me tomó de las caderas y subió ligeramente mi vestido, mis piernas al sentirse libres se abrazaron a su cintura. Me llevó hasta la cama mientras continuamos besándonos; se acostó sobre mi, sentí su dureza rozar mi intimidad, liberé otro gemido de placer, sentí como mi vagina se humedecía con aquellas maravillosas caricias.

-Quiero hacerte mía- dijo, quitándose la camisa.

Su pecho quedó totalmente descubierto, su cuerpo musculoso parecía que lo habían sacado de una revista de ropa interior. Me sentó en la cama y no perdió tiempo que sacarme el vestido, a lo que yo no puse objeción alguna, pues extrañaba sentirme amada y justo ahora lo estaba obteniendo. Mi ropa interior quedó evidente ante sus ojos, lo que hizo aumentar más aún su erección. 

Eso me hizo desearlo más, saqué su correa y bajé su pantalón. Ambos estábamos en ropa interior,  podía visualizar su miembro atraves del bóxer negro que llevaba puesto. Era descaradamente sexy el muy maldito, me lancé sobre el, ésta vez era yo quién lo besaba y devoraba con sed de su cuerpo. Sacó mi sostén con una facilidad increíble, como si estuviera acostumbrado a hacerlo, mis pechos fueron liberados.

-Tus senos son hermosos- dijo mientras se acostaba sobre mi.

Abrió mis piernas, posicionó su erecto pene sobre mi vagina y comenzó a devorar mis pechos con lujuria. Los gemidos salieron a voluntad de mi boca.

– Quiero penetrarte, muñeca- dijo con voz roca.

Su mano derecha fue descendiendo desde mis senos hasta llegar a mis pliegues, comenzó a acariciarlos con suaves masajes por encima del bóxer, mis gemidos aumentaron. Estaba muy húmeda ya, sólo quería tenerlo adentro.

- Hazme tuya- dije, con la voz entrecortada.

Esto hizo desesperar a  Jeimy. Sacó mi ropa interior, bajó su boca de mi mis senos hasta mi sexo, comenzó a besar mis muslos y posó su boca sobre mis labios íntimos, con su lengua acariciaba mis pliegues. No lo podía creer, el placer era increíble y mis gemidos no paraban de salir, estaba muy excitada por lo que no tardé en terminar en su boca.

Sacó su bóxer, tomó su pene y lo hundió en mí, me di cuenta de su gran tamaño cuando lo sentí entrar en mí en mi vagina. Un gran gemido salió de lo más profundo de mi  ser, - Jeimy- dije gimiendo.

– ¿te gusta? –susurró abrazando mi cuerpo.
– me encanta- respondí casi sin aliento.

Tomó mis brazos y comenzó a moverse despacio, sus movimientos eran lentos, intensos pero muy placenteros; pero necesitaba más, sin decir una palabra, él supo lo que quería. Me acercó más a él, tomó mis dos manos por encima de mi cabeza y las sostuvo con fuerza mientras que sus movimientos comenzaron a aumentar.

Los gemidos de ambos podían escucharse en todo el cuarto, sus embestidas eran fabulosas, por lo que no tardé en venirme, mientras tanto el continuaba con esos increíbles movimientos. – vente de nuevo chiquita- me dijo mordiéndose los labios con placer.

Me tomó de las caderas y comenzó a embestirme intensamente, a la vez que me repetía – vente de nuevo, preciosa- una y otra vez. Terminé con el orgasmo más intenso que había sentido en toda mi vida, me besó  y al cabo de unas cuantas arremetidas más - ¿dónde la quieres?- me preguntó, y sin darme tiempo a responder, sacó su pene de mi vagina y terminó encima de mi abdomen. 

¿Lo hacemos otra vez? (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora