Capítulo XXI. Hawái (1ra parte)

33 4 1
                                    


- Despierta, Larimar ¡Llegamos! Es hora de bajar del avión - escuché entre sueños una voz femenina.

- Vamos amiga ¡despierta ya! - exclamó la indiscutible voz de Daniela, dándome unas palmadas en las mejillas.

- ¿Dónde está Jeimy? - abrí los ojos - ¿Estamos en Hawái? - pregunté en medio de un bostezo.

- Primero despierta y después puedes preguntar a tu hombre - respondió Daniela en tono de fastidio.

- Si, aquí estamos - mofó Laura, poniéndose discretamente de pies.

- Necesito ir al baño - dije mientras Laura me ayudaba a levantarme.

- Camina hasta el fondo del pasillo, allá están las azafatas, de seguro te ayudarán a encontrarlo - respondió la rubia con amabilidad.

Tenía los ojos abiertos, pero aún así me sentía como si estuviera entre sueños. Me fijé muy bien en el lugar hasta enfocarme en el fondo del pasillo, a un lado estaban los tres caballeros que nos acompañaban. Estaban tomando sus artículos personales, casi listos para salir y aún así aparentaban tener una importante conversación que les hacía no prestarle atención a su alrededor.

Miré un poco más allá de donde ellos se encontraban, donde una pequeña puerta separaba el lugar. Al parecer esa era la puerta que llevaba a las azafatas, debía pasar entre los hombre para llegar a ella, quizás aproveche el momento para robarme a Jeimy, pensé.
Caminé despacio, pues aún me encontraba adormecida, pero traté de moverme lo más sobria posible, crucé por su lado casi rozando su cuerpo, mientras ellos continuaron su conversación. Llegué al puerta, la abrí y cuando estuve a punto de cerrarla, Jeimy soltó un murmuro que no supe si lo hizo con intensión de que yo le escuchara, pero sí, lo hice.

- Al fin se despertó la bella durmiente - murmuró Jeimy, seguido de un risa burlona.

¡Que estúpido es! Ni siquiera me saludó al pasar y ya está hablando de mí con sus amigos. De seguro ha de estar muy orgulloso de como me dejó, pero que se prepare que esta noche no le toca nada. Terminé de cerrar la puerta y allí estaban las dos mujeres uniformadas, acomodadas en un hermoso sillón de cuero.

- Si, señorita ¿En qué podemos ayudarle? - preguntó una de las azafatas, poniéndose de pies.

- ¿Dónde está el baño? Necesito refrescarme un poco - dije con la voz estropajosa.

Ella muy amable, me mostró el lugar que no estaba muy lejos de mí. Aproveché el tiempo para lavar mi rostro que estaba algo hinchado de tanto dormir. No sé cuántas horas pasaron, lo que sí es que de seguro fueron bastantes para dejar mi rostro marcado por el asiento y mi pelo lo suficientemente alborotado para tener que peinarlo un buen rato. Cuando al fin salí del baño, Jeimy estaba afuera esperando por mí con el ceño fruncido, su rostro estaba enojado con obviedad y su mirada algo penetrante.

- ¿Por qué tardaste tanto? Afuera estamos todos esperando por ti - preguntó, para luego tomarme del brazo y llevarme a rastras.

- Quita esa cara, solo estaba arreglando mi pelo. Ni que estuviera en el baño con otro tipo - argumenté presumiendo sus celos infundados.

- Camina y no vuelvas a decir tonterías - concluyó ayudándome a bajar las escaleras.

Cuando bajamos del jet, ya habían sacado todas nuestras cosas, así que solo me preocupé por caminar hasta la salida, donde nos esperaron tres jeeps negras, hermosas sin duda alguna. De ellas salieron tres hombres muy bien vestidos, quienes se acercaron a nosotros muy respetuosos para abrir las puertas de los vehículos. Jeimy nos explicó que había un vehículo para cada pareja y que tenían la tarea de llevarnos al Hotel. Yo estaba inmensamente sorprendida, nunca había gozado de tales privilegios, aun viviendo una vida de lujos.

¿Lo hacemos otra vez? (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora