XXIX. Retroceso en el tiempo

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Yūgi y Akemi se lanzaron sin dudarlo por la abertura que se mostró ante ellos, siendo seguidos por el resto de sus amigos. Casi de inmediato, descubrieron que ninguna persona de aquella era remota podía verlos, puesto que ellos no existían en ese mundo. Poco después, una multitud enardecida lanzó al suelo a una joven, a la que comenzaron a apedrear por su nevado color de cabello, su blanca piel y sus profundos ojos azules, tan poco comunes a los egipcios de la época, que interpretaron la aparición de la chica como una señal de desgracias para su pueblo. Joey y Tristán se interpusieron entre ella y la gente, aunque era poco lo que podían hacer siendo invisibles. Yūgi, Akemi y Tea se agacharon junto a la muchacha, buscando ayudarla. En ese momento, la comitiva encabezada por Seth y Shada, quienes recorrían el poblado en busca de criminales verdaderamente malignos a los cuales extraerles sus kas para conformar un ejército de monstruos poderosos, se presentaron en el lugar. La Llave del Milenio reaccionó fuertemente ante la poderosa energía que emanaba de la chica inconsciente, afectando bastante a Shada. Seth amenazó a la gente para lograr dispersarla y recogió a la joven; mientras lo hacía, observó algo que llamó su atención.

—¿Quién eres tú? —cuestionó, mirando directamente a Akemi—. Te pareces a mi hermana, solo que Amunet es más hermosa. Y vistes una ropa extraña.

—¡Vaya! ¿Entonces tú sí puedes verme? —preguntó Akemi con los ojos muy abiertos.

—¿A qué te refieres? —Observó de reojo hacia los lados, notando la mirada de extrañeza que Shada le dirigía por estar, desde su punto de vista, hablándole al aire—. ¿Por qué soy el único que puede verte?

—Supongo que es porque eres la vida anterior de mi hermano mayor. Pero, ya que puedes verme, ¿podrías ayudarme a encontrar a Amunet y al faraón?

Seth no perdió la calma en ningún momento. Se cruzó de brazos, y Akemi reconoció en él ese mismo gesto de su hermano cuando no estaba dispuesto a ceder en algo.

—Mira, niña, no sé quién eres ni de dónde vienes. Me pareces muy sospechosa y, en lo que a mí respecta, bien podrías tener algo que ver con ese lunático de Bakura. No haré nada contra ti, porque no estoy seguro de que funcionaría; pero no puedo arriesgarme a llevarte con mi hermana ni mucho menos con el faraón. No intentes nada raro o me veré obligado a tomar medidas drásticas, ¿entendido?

—En todas tus vidas has sido un cuadrado —Akemi bufó exasperada y se cruzó de brazos—. Hay cosas que nunca cambian.

Pero Seth se limitó a ignorarla, dando de inmediato la orden de partida. Yūgi, Akemi, Tea, Joey y Tristán lo siguieron en silencio, pero perdieron la oportunidad de colarse por las puertas abiertas del palacio. Luego descubrieron, con gran frustración de su parte, que no podían atravesar las paredes del palacio como les era posible hacer con cualquier otro objeto. Era hora del plan B.







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—¿Qué? ¿Estás diciéndome que Yūgi y mi hermana se fueron juntos para Egipto? —trató de confirmar aún incrédulo Seto Kaiba, hablando con Roland a través de un intercomunicador.

—Así es, señor, los registros de vuelo indican que partieron ayer en la mañana junto a sus otros amigos —afirmó el empleado.

Seto cortó la comunicación y tomó asiento con las manos entrelazadas bajo su mentón y los codos apoyados sobre la mesa, reflexionando acerca de lo que había escuchado.

«Esto no puede ser una coincidencia. Bakura debió haber contactado a Yūgi y a mi hermana para contarles el mismo cuento de hadas egipcio que a mí. Lo extraño es que Akemi no mencionara nada al respecto. Ni siquiera me habló sobre este viaje».

Memorias prohibidas [Yu-Gi-Oh! - Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora