—Yūgi, quiero que tengamos otro duelo. Creo que merezco esa oportunidad —argumentó Seto Kaiba, haciendo caso omiso a los reclamos de Joey y los demás para que se apartara y los dejara pasar.
—¡Espera un momento, Seto! —exclamó Akemi, acercándose a él a toda prisa—. ¿Dónde está Mokuba?
El rostro del joven de cabellos castaños se vio ensombrecido por los mechones que ocultaban sus ojos vidriosos.
—Se lo llevaron. Pegasus lo tiene.
Un aluvión de emociones llevó a la chica a perder el control sobre sus palabras.
—¡Eres un fracaso de hermano mayor! ¡Patético e inútil! ¡¿Cómo pudiste permitir que esto sucediera?!
—¡Hice todo lo que pude por protegerlo! Pero esto es territorio de Pegasus, ¡él tiene la ventaja! —vociferó Kaiba con desesperación y rabia—. ¡No tienes derecho a reclamar nada después de abandonarnos para vivir con unos padres de ensueño!
—¡Eso no es cierto! ¡¿Por qué no sacaste a Mokuba de este lugar peligroso?! ¡Estaba mejor conmigo!
—¡Él es mi hermano! ¡Somos solo él y yo! ¡Tú no eres parte de nuestra familia! —Ante la expresión de shock que compuso Akemi a efecto de esas palabras, Seto optó por ignorarla y su rostro volvió a cubrirse con aquella máscara de fría seriedad—. Esta discusión no nos conduce a ninguna parte. Será mejor que aceptes el duelo, Yūgi.
Finalmente, el joven portador del Rompecabezas se vio forzado a pelear contra Kaiba en la cima de una torre del castillo. Seto obtuvo una gran ventaja al inutilizar a todos los monstruos poderosos de su rival mediante una carta de trampa y convocar a su Dragón Definitivo de Ojos Azules. Gracias a los ánimos de sus amigos y a su propia fe en el corazón de las cartas, el espíritu del Rompecabezas consiguió voltear las cosas a su favor una vez más. Al saberse perdido y con su mejor monstruo a un turno de ser derrotado, una expresión de shock se dibujó en el rostro de Seto. Su conciencia permaneció en un plano alejado del presente. Una única convicción lo envolvió como la peor de sus pesadillas: de esa manera, terminaría por fallarle a la persona más importante para él. Sin nada más que perder, encontró la oportunidad de obtener la victoria jugando la última carta que le quedaba: su propia vida.
—Jugaré Renace el Monstruo para traer de regreso a la cabeza de mi Ojos Azules, y sus puntos no se verán afectados por tu carta mágica —Kaiba se subió al muro de la torre, detrás del cual se abría un abismo boscoso. Se encontraban a una gran altura—. Si atacas en el próximo turno, ganarás; pero yo caeré al vacío. ¡Ríndete, a menos que tengas el valor de soltar a tu monstruo!
—¡Seto, esta locura no te conducirá a ninguna parte! —alertó Akemi, sintiendo temor de que su hermano saliese lastimado y también pena por su estado emocional. Al mismo tiempo, se le hacía demasiado injusto que Yūgi fuese derrotado por una treta semejante—. ¡Nosotros entraremos y rescataremos a Mokuba, lo prometo!
Ambos jugadores ignoraron por completo los razonamientos de la chica, así como los reclamos de los demás del grupo. El espíritu del Rompecabezas estaba dispuesto a atacar a Seto; incluso envió a su monstruo para derrotarlo. Sin embargo, Yūgi lo reprimió haciendo uso de todas sus fuerzas. En medio de los gritos de Tea para que se detuviera, logró cancelar su ataque a tiempo. Amunet se percató de lo sucedido y suspiró con pesar. Akemi se había quedado sin palabras. El Dragón Blanco de Ojos Azules atacó sin reparos y Seto ganó el duelo, llevándose la mitad de las estrellas de Yūgi entre los ácidos reproches de Tea. El pobre chico quedó en un estado casi catatónico, y no era para menos: con esas estrellas, se iba su única oportunidad de rescatar a su abuelo de las garras de Pegasus. Todos intentaron animarlo, pero fue en vano.
ESTÁS LEYENDO
Memorias prohibidas [Yu-Gi-Oh! - Fanfic]
FanfictionDos mujeres de distintas épocas quieren reencontrar a los seres queridos de los que fueron separadas en diferentes circunstancias. Un joven debe rescatar el alma de su abuelo al tiempo que salvaguarda al mundo de los Juegos Oscuros, con la ayuda de...