X. Problemas

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Yami se enfrentó a Arkana en un duelo muy peligroso para ambos contendientes, donde el perdedor sería enviado al Reino de las Sombras. Tea y el abuelo de Yūgi, quienes lo habían visto desaparecer dentro de una caja por obra del ilusionista, lo estaban buscando desesperadamente por toda la ciudad; al igual que Kaiba, puesto que la señal del disco de duelo del Rey de los Juegos había desaparecido de los radares de la Corporación Kaiba. Mokuba se marchó a la calle para continuar con su labor, hasta que se topó con Tea y el anciano, quienes pronto se reunieron con Tristán. El niño les informó acerca del paradero de Yūgi, que había sido localizado al fin, y los condujo al lugar.

A pesar de las trampas de Arkana, Yami se las arregló para vencerlo y el pequeño Yūgi salvó al tramposo ilusionista de un viaje sin retorno al Reino de las Sombras. Sin embargo, eso no duró mucho tiempo, pues Marik se apoderó del cuerpo de aquel enmascarado y entabló una nueva confrontación con Yūgi. Apenas había acabado de irse la oscura presencia de Marik, cuando los amigos del pequeño duelista lograron entrar en el lugar. Todos se alegraron de verlo a salvo y de estar reunidos de nuevo.

Mientras, Akemi luchaba en el otro lado de la ciudad.

Más tarde, Yūgi, Mai, Joey y Akemi se reunieron en el reloj.

—Miren, chicos, ya tengo dos cartas localizadoras —dijo Joey con no disimulado orgullo, mostrando las tarjetas transparentes necesarias para encontrar el sitio de la final.

—Entonces, soy el doble de buena —comentó Mai, enseñando sus cuatro cartas localizadoras para decepción del rubio.

—Es el poder femenino, Mai —apoyó Akemi, dejando ver que ella también tenía cuatro cartas localizadoras.

—Yo tengo tres —dijo Yūgi.

—¿Por qué tengo menos? —se quejó Joey.

—Ser un quejumbroso no es tu estilo, Joey —requirió Akemi—. Ve a por más duelos si quieres llegar a la final.

—Pues ninguno llegará si nos quedamos aquí parados —señaló Mai.

Todos estuvieron de acuerdo y volvieron a separarse en busca de nuevos duelos.

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En otro lugar, Marik maduraba sus siniestros planes.

—Odión, reúne a los cazadores y diles que estén listos para partir —le ordenó al hombre de ojos verdes que estaba ante él—. Kytzia, prepara el yate —La morena de ojos verdes solo asintió en silencio, al igual que el hombre—. El momento ha llegado. Iremos a la caza del faraón.

Cuando ambos morenos de similar apariencia salieron para disponerse a cumplir las órdenes, Kytzia colocó una mano en el brazo del hombre, haciendo que se detuviera.

—Odión, creo que esto ya ha ido demasiado lejos —susurró con un brillo tembloroso en los ojos.

—No puedes abandonar ahora, hermana —repuso el mencionado, viéndola a los ojos con intensidad—. Recuerda que juramos protegerlo y sé que tú tienes una razón aún más poderosa que la mía para cumplir ese juramento. 

Kytzia bajó la mirada, sus mejillas se pintaron de un carmín intenso.

—N... No sé de qué hablas, hermano. Marik es como mi hermanito pequeño, así fuimos criados y...

—No soy ciego, he visto cómo lo miras —Odión suspiró al notar el nerviosismo de su hermana—. Dejando de lado eso, no podemos fallarle ahora.

—Lo sé, pero... Si tan solo hubiera una forma de detenerlo, Odión. Tengo tanto miedo de que "eso" regrese.

A pesar de la expresión serena de la morena, la angustia era palpable en su tono de voz, por lo que Odión le puso una mano reconfortante en el hombro.

Memorias prohibidas [Yu-Gi-Oh! - Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora