XII. Una oscuridad inesperada

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El primer duelo fue el de Yami contra Bakura; aunque la aparición del espíritu maligno no tomó a nadie por sorpresa, pues Akemi se había encargado de dar la voz de alarma minutos antes, eso no cambió el hecho de que fuese un juego muy reñido.

—Genial, tenemos en el torneo a dos psicópatas por el precio de uno —había comentado Akemi—. ¡Usa a Slifer, faraón!

—Pero esa carta es muy peligrosa —dudó Yami, a pesar de haber puesto al Dios Egipcio en su baraja.

—¡Peligrosa va a ser la patada que te voy a dar en el cerebro como no uses esa carta ahora mismo!

El rey egipcio, que prefería enfrentar los peligros de la poderosa carta e incluso a Bakura y Marik juntos antes que la ira de Akemi, decidió jugar con el naipe que le concedería la victoria, pese al sucio truco de Bakura de cambiar lugares con su debilitada contraparte buena por sugerencia de Marik. Luego de la victoria del faraón, se decretó un descanso de media hora, en la cual las gestiones de Akemi y unas palabras de Serenity lograron que Seto le suministrara ayuda médica a un Bakura medio muerto.

—¿Cuándo se reanudarán las rondas de duelo? —cuestionó Kytzia con impaciencia al cabo de un rato.

—Tranquila, anciana —dijo Akemi, mirándola con una sonrisa sarcástica—. No tengas tanta prisa por perder.

—Ojalá me toque enfrentarme a ti para cerrarte la boca de una buena vez, mocosa —contraatacó Kytzia con los labios fruncidos.

—No te lo tomes tan a pecho, todos estamos estresados —interfirió Joey de modo amigable—. Además, sabes que no eres vieja. Tienes ese cuerpo de súper modelo y todo.

—Gracias, señor Wheeler —expresó Kytzia con un tono más rosáceo en sus mejillas, le apenó ese halago—. Eres la única persona amable que hay por aquí.

—¿Se puede saber por qué eres tan gentil con ella, Joey? —indagó Akemi echando humo por la cabeza, con los brazos en jarra—. ¡Recuerda que es la hermana de Marik!

—Que sea su hermana no significa que sea igual a él —argumentó el rubio—. Además, tú estás siendo muy agresiva, Akemi.

—Tienes razón, lo siento —reconoció la joven diseñadora, bajando la cabeza con pena.

Cuando Kytzia se hubo alejado lo suficiente de ellos, Marik se le acercó con disimulo. Sus ojos morados chispeaban peligrosamente, como si dentro de ellos se hubiese desatado un incendio.

—Wheeler no te quita los ojos de encima —gruñó en voz baja—. No me gusta.

—Estás viendo fantasmas donde no los hay —murmuró Kytzia con normalidad, creyendo conocer la razón tras las insistentes miradas del rubio—. Concéntrate en el torneo.

Marik farfulló una afirmación y se alejó de ella sin apartar el disgusto de él. En efecto, Joey no dejaba de mirar a Kytzia.

—¿Sucede algo, Joey? —inquirió el faraón al ver que el rubio parecía tener mucho en qué pensar.

—Es que esa chica, Kytzia, me parece conocida —reveló el joven.

—Te has pasado todo el rato mirándola —notó Mai en un tono que delataba su molestia—. Vas a incomodarla, Joey.

—¿No será que te gusta, Joey? —soltó Akemi con una sonrisa picaresca, ruborizando al rubio.

—¡No es eso! —se apresuró a aclarar—. O sea, es muy linda y todo; pero de verdad, siento que la conozco.

—¡Qué raro! Yo tuve la misma sensación cuando escuché su voz por primera vez —reveló Tea, sorprendiendo a todos.

—Sí, su voz se me hace familiar —aportó Mokuba, sumándose a la conversación.

Memorias prohibidas [Yu-Gi-Oh! - Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora