XI. La final del desastre

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—¡¿Cómo es posible que esos idiotas se escaparan?!

El furioso grito de Marik resonó por todo el yate. El muchacho apretó los puños y sus exóticos ojos chispearon de ira. Su plan de usar a Joey como esclavo mental para enfrentarse al faraón en un duelo y a Tea como rehén para que no pudiese negarse se había ido a pique. Tomó profundas inspiraciones, intentando mantener la calma necesaria para poder dar el siguiente paso.

—Odión, ¿tienes las cartas localizadores para que Kytzia, tú y yo podamos participar en la final de Ciudad Batallas?

—Sí, amo Marik —contestó el moreno de ojos verdes, mostrándole las dieciocho tarjetas solicitadas.

—Bien, llama a Kytzia. Partiremos de inmediato.





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Yami y Amunet continuaban buscando a sus amigos, tomados de las manos para darse ánimos mutuamente. En el lugar en el que Joey fue localizado al fin con la ayuda de Kaiba, se encontraron con Mai, quien pasaba por allí en compañía de Tristán, Serenity y Duke también en busca del rubio. Finalmente, tanto los amigos de Yūgi como los hermanos Kaiba se reunieron de nuevo en aquel mismo sitio.

—Me alegro de verlos bien, chicos —dijo Yūgi, quien acababa de intercambiar lugares con el faraón.

—¿Cómo lograron escapar de Marik? —cuestionó Akemi, que había hecho lo mismo con Amunet.

—Fue muy extraño, amigos. Una mujer encapuchada me soltó de mis amarras y me dijo que escapara —relató el duelista rubio.

—A Mokuba y a mí nos pasó lo mismo —aportó Tea con expresión pensativa, a lo que el niño asintió.

—Eso es raro. Todo sería más sencillo si ese cobarde de Marik decidiera darnos la cara —masculló Akemi con la cara descompuesta en una expresión de ira—. ¡Qué poca hombría tiene! Él va a saber quién soy yo cuando lo agarre.

—Cálmate, Akemi, enojarte no solucionará nada —la tranquilizó Serenity.

—Más importante: ¿ya todos tienen sus seis cartas localizadoras? —intervino Mai, mostrando las suyas.

—¡Sí! ¡Con tanta agitación, ya casi olvidaba que estoy clasificada! —exclamó Akemi pegando un salto entusiasta, con las seis tarjetas en su mano.

Seto y Mokuba fueron adelantándose en su helicóptero para preparar el lugar donde se celebraría la final, mientras Joey y Yūgi mostraban sus pases al siguiente nivel. Ya anochecía cuando el rubio colocó las cartas localizadoras en su disco de duelo, revelando de esta forma el lugar secreto en el que se celebrarían las finales del torneo. Se dirigieron al sitio sin demora, aunque con el pequeño inconveniente de que Mai se tropezó con un actor de cine que pretendía hacerla su esposa si perdía el duelo al cual la retó.

—¡Acaba con ese ninja fracasado, Mai! —la animó Akemi—. ¡Demuéstrale el poder de las mujeres!

Cuando no pudo vencer a la rubia, el tipo intentó secuestrarla, siendo salvada por Joey. Luego, siguieron su itinerario tranquilamente hasta el estadio en el que Seto aguardaba a los finalistas junto a Mokuba. Por el camino, Akemi le sacó conversación a su contraparte egipcia.

—Al final terminaste haciéndote novia del faraón, Amunet. Justo como lo predije.

La sacerdotisa se sonrojó un poco ante la picardía con la que hablaba su compañera.

—Sí, creo que estábamos destinados a amarnos. Estoy feliz de tenerlo a mi lado.

—Mmh, tengo la certeza de que ya fue así en el pasado.

Memorias prohibidas [Yu-Gi-Oh! - Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora