Zombie III

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Y entonces te vi, ahí parado,

con tus ojos rojizos y tu pelo mojado.

La lluvia te había empapado.

Me extrañabas, y lo primero que hiciste fue venir a mi lado.


Motas de polvo se aglomeraban en tu cuerpo.

El verte así por poco me arrebataba el aliento.


¿Cómo es que eso te pudo suceder?

¿Y qué se supone que debía hacer?


Andabas a pasos lentos.

Tu estómago rugía, hambriento.

Y aunque eras incapaz de decirlo, deseabas con ansias mi cerebro.



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