Tocas la puerta

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Odiaba que ocultaras lo que sentías.

No puedo leer tu mente.

¿Acaso me amabas o solo me querías?

No tuviste el valor para decírmelo de frente.


Y ahora tocas la puerta otra vez.

Esperas afuera, aún no te he abierto.

Sé que lo intentarás al otro día.

¿Para qué sigues persistiendo?


No me interesan tus disculpas; son palabras vacías.

Lo haces para expiarte; te dolió mi partida.

Pensaste que iba a recibirte con una gran bienvenida.

Pero no creo en tu cariño ni sonrisa fingida.


Dicen que donde hubo fuego, cenizas quedan.

Pero nunca dicen que esas cenizas se van volando y jamás regresan.

Qué mal...

Se perdieron en el aire como tus promesas.

FragmentosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora