Monofobia

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Carlos tenía miedo de morir solo

Consiguió una esposa.

Tuvo tres hijos.

Ostentaba una vida fabulosa.


Supuso que así evitaría la soledad.

Les dio cariño, amor y entregó tiempo sin pensarlo.

¡Pero qué cruel es la realidad!

Al día siguiente lo perdió todo y le fue imposible aceptarlo.


Su cónyuge falleció de cáncer, su hija en un accidente automovilístico. El mayor de los tres terminó en la cárcel, y el restante, viajó por el mundo.

Cuando las canas amenazaban con llevárselo, Carlos intentó conseguir otra esposa; una chica joven, de tez morena y caderas pomposas. 

¿Sería ella su salvación?

Infortunadamente no. 

Si al menos hubiera intentado conocerse a sí mismo en vez de llenar su vacío con vacua compañía, a lo mejor habría terminado de otra forma. Pero desperdició su vida creyendo que nunca nada perdería; ciego ante la adversidad como aquel que se conforma.

Pobre... 

Soportar la soledad es todo un reto, pero él en serio creyó que su plan iba a funcionar; si no contaba con sus hijos, quizás con un nieto. Mas no pensó que el destino a todos se los iba a llevar.

En el lecho de su muerte, nadie lo acompañó. 

El peor de sus miedos encarnado vivo; el funeral se llevó a cabo sin ningún testigo.

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