Cantabas

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Tu voz era dulce, majestuosa;

equivalente en hermosura al de una mariposa.


Tus notas graves retumbaban en el tiempo,

eran cálidas y tenían cuerpo.


Después ascendiste a tu registro medio,

desafinaste un poco, descuidaste tu instrumento.


Al final tus agudos resultaban punzantes;

mis tímpanos no aguantaban tu sonido aberrante.


Estabas cansado y terminaste el concierto.

Todos se fueron, incluido mis sentimientos.

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